Carlos Cáceres es mucho más que un vendedor rural por las alquerías y pueblos de Las Hurdes. Si le compran una bombilla, en no pocas ocasiones se ha acercado a la casa a ponerla; si le compran pilas para el mando de la tele, acude a colocarlas y hasta hace el favor de resintonizar los canales; si carga con la compra hasta la casa de una anciana, le coloca la puerta de un armario que ha cedido. Poco más hay que decir. Ni todas las instituciones del mundo pueden hacer más por la sostenibilidad del mundo rural que Carlos con su furgoneta, su remolque y sus favores. Por ello acaba de recoger el Premio Especial San Pedro de Alcántara, en nombre de todo el comercio rural de la provincia, otorgado por la Diputación de Cáceres.

La institución celebró el jueves la cuarta gala de estos galardones en el Complejo San Francisco, que suponen un reconocimiento «al esfuerzo de todos los que contribuyen a generar esa innovación local tan necesaria para frenar la tendencia al despoblamiento». Así lo explicó el presidente en funciones de la institución provincial, Carlos Carlos Rodríguez, acompañado por el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara; la presidenta de la Asamblea, Blanca Martín; la consejera de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio, Begoña García Bernal; y el alcalde, Luis Salaya. «Pero los protagonistas sois vosotros, ayuntamientos, empresas, asociaciones y pueblos, que, con vuestras iniciativas, construís nuestro medio rural. Vosotros sois los arquitectos del presente y del futuro de los pueblos», dijo Carlos Carlos Rodríguez.

Los premios San Pedro de Alcántara incluyen cinco categorías galardonadas cada una con 4.000 €, además de la especial. El reconocimiento a la Innovación Local en la Promoción del Desarrollo Económico ha sido este año para el Ayuntamiento de Carbajo por su proyecto ‘El Magusto. Festival Celta-Folk ’. Se trata de una celebración tradicional de origen celta que homenajea la recogida de la castaña, y que ayuda al municipio con la creación de empleo y el aprovechamiento de sus recursos culturales y naturales.

VOLUNTARIOS

El Premio al Impulso de la Participación Social en el Municipio se ha concedido al Ayuntamiento de Arroyo de la Luz, por su proyecto ‘Plataforma Ciudadana Fuerza Arroyo’. Esta red de 287 voluntarios fue gestada desde el consistorio a finales de marzo, ante la difícil situación del municipio, con numerosos contagios y en aislamiento, para ayudar a sobrellevar el confinamiento a todos los colectivos y sectores de la localidad.

Asimismo, el Premio a las Acciones Favorecedoras de la Igualdad y la Relevancia de la Mujer ha sido otorgado al Club Siglo XXI, de Almoharín. Su proyecto ‘Mujeres de alas invisibles’ busca promover la actividad social y cultural del colectivo femenino, y sensibilizar a la población en conjunto.

Por su parte, el Premio a los Cuidados Estéticos de los Pueblos se lo ha llevado el Ayuntamiento de Garrovillas, con su proyecto ‘Privilegio arquitectónico de la Villa de Garrovillas’, que ha realizado intervenciones en la Plaza Porticada, Monumento Histórico-Artístico, y en el Barrio Judío.

Además, el Premio a la Innovación en las Empresas Rurales se ha entregado a Sentín Rural SL (Oleosentín), por el proyecto ‘Método Oleosetín: emprendimiento inteligente, el milagro de las siete cosechas para salvar la manzanilla cacereña’. Esta empresa dedicada al cultivo de olivos, elaboración de aceite y otras actividades oleo-turísticas trabaja desde 2008 para hacer sostenible el olivar, buscando su excelencia y calidad.

HÉROES RURALES

La gala deparó momento entrañables, sobre todo la entrega del reconocimiento especial, que se concede este año por primera vez para destacar la labor de «personas o colectivos por su contribución al desarrollo de la provincia». Ha recaído en el comercio rural, «uno de los grandes héroes durante la pandemia, por su papel de servicio y acompañamiento», subrayó el presidente en funciones. El vendedor Carlos Cáceres lo recogió. Todos los días recorre Las Hurdes con su furgoneta y su remolque, que se transforma en una auténtica tienda, con el nombre de ‘El fraile hurdano’.

Tiene su casa en Pinofranqueado, pero además tiene voluntad para acudir cada semana Ladrillar, Cabrero, Las Mestas, Robledo, Horcajo, Aceitunilla, El Gasco, Fragosa, Martilandrán, El Cerezal, Asegur, Carabusino, Heras, Huetre, Arrolobos y Casarrubia. Muchos de sus habitantes, de avanzada edad, encuentran en ‘El fraile hurdano’ su hipermercado, porque les lleva de todo un poco, incluso productos por encargo.

Carlos Cáceres lo hace encantado, sobre todo en la pandemia, ya que muchos abuelos no se mueven de los pueblos por miedo o por impedimento. «Lo bueno del negocio es que llegas a casa reconfortado», afirma. Ése es su principal premio. Ahora tiene otro más, el que comparte con todo el comercio rural.