Dentro de unos días se aprobará el presupuesto municipal del 2005. El presupuesto refleja el estado de la ciudad. Nos dice cuáles son los ingresos y de dónde proceden, qué gastos debe llevar a cabo y qué necesidades del ciudadano va a solucionar. En las democracias modernas esa tarea corresponde a los representantes del pueblo, los concejales. Sin embargo, Izquierda Unida propone otra manera de elaborarlo: la participación de los ciudadanos. Así comenzó la democracia, cuando en la plaza pública se discutían los problemas de la ciudad, la polis, con la participación de todos.

Puesto que los españoles accedimos a la democracia tras muchos años de dictadura, y por lo tanto sin cultura de partidos políticos, se creyó conveniente dotar a estos partidos de un gran poder para consolidarlos. Ello ha conducido a que en nuestro país no exista una sociedad civil fuerte e influyente, pues a los partidos tampoco les interesa que los negocios públicos puedan quedar fuera de su privilegiado rincón. De manera que la propuesta de IU, pese a las dificultades para articularla, debe ser bienvenida. Al menos introduce un poquito de aire fresco en la adocenada vida política y ofrece un espacio al ciudadano para hacerse oir sin el corsé de los partidos.