El ayuntamiento vendió en 2003 una parcela residencial de 3.206 metros cuadrados en el Rodeo por 8,1 millones, dinero destinado a sufragar inversiones. Entonces hacer previsiones en el capítulo seis del presupuesto era más sencillo: se planificaban ingresos por la enajenación de suelo y con eso bastaba (otra cosa era que a final de año se hubiese hecho todo lo previsto). Pero eso se acabó, no solo al pinchar la burbuja inmobiliaria unos años después, sino con la legislación del suelo que condicionaba el precio del terreno y el destino de la inversión. Se trataba de que la administración no participase en la especulación del valor del suelo. Se pusieron reglas para lo público y se dejó la libertad para lo privado. Luego pasó lo que pasó.

Ahora la inversión ya no depende de la venta de suelo. En los últimos años se ha ido recurriendo para invertir a dos operaciones de crédito contratadas con el Santander en 2008, cuyo destino inicial se ha ido modificando en infinidad de ocasiones para adaptarlo a las nuevas necesidades de inversión, y con el BBVA en 2016 y a la cofinanciación de fondos europeos. El capítulo seis queda en un segundo plano. Lo que prima en la confección de las cuentas municipales es generar ingresos corrientes suficientes para atender los gastos de personal, prestación de servicios, bienes corrientes, subvenciones al transporte o amortización de deuda, entre otros. Es decir, sacar ingresos para el funcionamiento del ayuntamiento y para cumplir los objetivos de déficit y de estabilidad presupuestaria que marca Hacienda. A eso se reducen en los últimos años los presupuestos.

En el proyecto de presupuestos de 2020 hay ingresos corrientes por valor de 66,8 millones, mientras que los gastos fijos, incluida la amortización de deuda y participación en consorcios, son de 65,1 millones. Los primeros son planificaciones que se calculan con los resultados de las liquidaciones de años anteriores. Los segundos tienen más de realidad que de previsión (una nómina, el contrato de un servicio, la amortización de una deuda o la subvención que espera recibir un colectivo son fijos). Esto explica que los servicios económicos del ayuntamiento, también para curarse en salud, hayan advertido del riesgo de desequilibrio si no se cumple el incremento en la recaudación del impuesto de Construcciones, del que se esperan 4 millones por la prevista instalación de plantas fotovoltaicas. Que de verdad se inicien este año no solo depende de que los promotores vendan sol y no humo, sino también de que la modificación del plan de urbanismo no se nuble. De los gastos fijos previstos para este año destaca el incremento en el capítulo de personal, es un 10% más respecto al presupuesto anterior, con lo que se acerca al 40% del total del presupuesto.

Para inversiones hay 3,4 millones, que al final serán 5 por la suma 1,5 millones que se tienen como resultado de ingresos por la venta de suelo en 2019, año en el que se vendió una parcela residencial por 1,5 millones. Su superficie es de 2.952 metros cuadrados, solo 250 menos que la que se vendió en 2003 por 8,1 millones de euros.