Cáceres tuvo durante cinco siglos un templo para honrar a Alá. Estuvo, según sitúan algunos historiadores locales como Francisco Acedo, donde hoy se alza señorial la iglesia de San Mateo, el punto más alto de la ciudad monumental. La reconquista cristiana de la ciudad por las tropas de Alfonso IX, en 1229, expulsó a todos los árabes y destruyó aquella primera mezquita.

El investigador Publio Hurtado señaló en algunos de sus estudios que aquella mezquita desaparecida tendría unos 400 metros cuadrados de superficie, sin contar el patio, que ocuparía parte de lo que hoy es la plaza de San Mateo. El mihrab o minarete estaría en el muro oriental y la puerta principal coincidiría con la de la iglesia actual.

El profesor Samuel Márquez y el arquitecto Pedro Gurriarán, autores de un profundo estudio sobre la muralla cacereña de origen almohade, ratifican este emplazamiento de San Mateo como localización de aquella mezquita, cercana al alcázar del que sólo sobrevivió su aljibe.

El asentamiento de la población musulmana en Cáceres comenzó a principios del siglo VIII. La obra Paisajes urbanos de Extremadura señala que, a su llegada, los árabes sólo debieron encontrar unas cuantas ruinas en un cerro amurallado y un pequeño arrabal. Ellos reconstruirían la ciudad, la muralla --de la que quedan algunos lienzos para atestiguarlo-- y le darían nombre --Cáceres de Qazris --.

Siete siglos después, Cáceres ve nacer en el siglo XXI un nuevo templo que mira y dirige sus plegarias a La Meca. Es más moderna, modesta y pequeña que aquella que sólo recuerdan los libros, pero no está muy lejos de la primera. Las separan siete siglos de historia.