El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Cáceres se ha puesto a pensar y ya se sabe lo peligroso que resulta que los políticos piensen. De momento ha lanzado la idea de privatizar el mercado franco. Para empezar la legislatura no está mal pues se trata de un aviso de lo que puede suceder con el resto de servicios. No me extrañaría que siguieran por la policía municipal, el Imas y la presidencia de las procesiones. Los argumentos para privatizar cualquier servicio son de enjundia. El primero es la cosa del ahorro que ahora mola mucho. El segundo el de la eficacia pues al parecer los servicios públicos, además de caros, son poco eficaces, de lo cual, aunque no se diga claramente, son culpables los funcionarios pero no los gerentes de los servicios, es decir los políticos obligados a legislarlos, planificarlos y controlarlos. Puesto que está clarísimo que los ciudadanos quieren eficacia y bajos costes deberían ser consecuentes con las privatizaciones y privatizar el propio consistorio. Nada de elecciones, ni alcaldes, ni concejales y, si me apuran, a privatizar la monarquía. Si el ayuntamiento fuera una empresa privada no cabe duda de que, siguiendo el razonamiento, nos saldría más barato y funcionaría mejor. Claro que a ninguno de los privatizadores les interesa la cuestión pues a lo mejor ninguna empresa contaría con algunos de ellos como responsables de ningún servicio.