El vecino de la localidad de Alía que ayer fue juzgado en la Audiencia Provincial por un delito de violación se declaró inocente. Se le acusa de haber intentado agredir sexualmente a una joven sordomuda de su localidad, que además sufre un cierto retraso mental, pero él negó insistentemente los hechos que se le imputan y aseguró, incluso, que el día del suceso no vio a la joven.

La víctima, por su parte, sí señaló al procesado como la persona que el 28 de agosto del 2002, sobre las cuatro de la tarde, cuando se encontraba en el cementerio para llevar flores a la tumba de su padre, la abordó e intentó forzarla, aunque negó que la penetrara o que la amenazarla con una navaja.

Así lo reconoció en el juicio, aunque no sin bastante dificultad, pues aunque declaró con la ayuda de dos intérpretes de la asociación de sordos, su interrogatorio resultó complicado debido a su deficiencia y al hecho de ser analfabeta y desconocer el lenguaje de los signos.

También la madre de la joven acusó al procesado, y declaró que en su día supo que había sido él por los datos que, mediante gestos, le facilitó su hija sobre su agresor, "que me dijo que había sido un hombre que cuidaba cabras cerca del cementerio, que tenía una moto..., e incluso me señaló cual era su casa".

DISCREPANCIAS Sobre el caso discreparon la fiscal, que consideró plenamente acreditada la agresión por el acusado; y el abogado de la defensa, que alegó una falta absoluta de pruebas.

La fiscal argumentó que la víctima, "aunque para ella resulta sumamente difícil una descripción detallada de todo lo ocurrido, sí es firme en lo esencial de los hechos y en señalar al acusado como su agresor"; pero la defensa estimó "muy contradictorias las declaraciones de la joven y su madre", y centró la atención en el hecho de que muchos testigos "han acreditado que a la hora en que según la madre de la joven ocurrió la agresión, mi defendido tomaba café en un hotel del pueblo". Pidió la absolución, mientras que la fiscal solicitó una pena de 9 años de prisión.