Estos días he acompañado a unos familiares por muchos lugares de la provincia. Es una de mis actividades favoritas pues me proporciona la oportunidad de presumir de historia, de arte y de naturaleza. Procuro ilustrar a mis invitados con la variada historia de nuestra tierra, dejarles atónitos con el patrimonio artístico que atesoramos y asombrarlos con la panoplia de paisajes que nos adornan en este otoño que se muestra esplendoroso en la dehesa, en el Valle del Jerte, en la Vera, en el Ambroz. Amén de fotos e impresiones indelebles, mis invitados deseaban regresar a Mallorca con algún recuerdo para sus allegados y nada mejor que productos extremeños, que no admiten comparación con la sobrasada y la ensaimada. Habíamos pasado por la calle Alzapiernas, cuyo nombre les llamó la atención y sirvió de conversación dada su situación y su relación con el barrio que en otros tiempos le era próximo que no sé si tendrá relación con el nombre, y les cautivó el escaparate de una tienda. Hicieron acopio de viandas de todo tipo a cual más apetitosa mientras yo trataba de llevarme lo más delicioso de la tienda pero Toñi no entraba en ninguno de los lotes que pudieran hacerse de manera que me vine de vacío. A ver si la próxima vez tengo más suerte.