Renfe lo tiene muy claro: es imprescindible cerrar la estación de Cáceres y no permitir que algún cacereño viaje en sus trenes. Comenzó por hacernos unos cambios, en lugar de Talgos regionales, que nos obligan a desempolvar costumbres de viajeros añejos. Puesto que no hay bar en sus trenes, hemos vuelto al tradicional bocata y la bota de vino. Si antes tardabas menos de cuatro horas en llegar a Madrid, ahora más.

Aún así algunos cacereños viajábamos en ellos por lo que se han visto obligados a tomar medidas drásticas: reducir el personal de ventanilla. De manera que vas a sacar el billete con días de antelación y no puedes. Solamente hay un trabajador de la compañía ferroviaria por turno en la ventanilla que está ocupado en despachar los billetes que necesitan los viajeros que van a salir de inmediato. Y a veces ni eso, pues no me extrañaría que fuera necesario retrasar la salida de algún tren hasta que todos los demandantes tuvieran su tíquet de viaje.

Así pues, si alguna vez tienes la suerte de que te toque, no sólo debes sacar el billete de ida y vuelta sino los que vayas a necesitar para el año entero. Y menos mal que la estación está a un paseo, que cuando nos la envíen al quinto coño viajaremos en carreta.