Al penetrar en un espacio cerrado, el radón se acumula y su inhalación en altas dosis puede llegar a generar cáncer pulmonar. Por ello, Europa recomienda que los nuevos edificios sean diseñados para no superar los 200 becquerelios/metro cúbico (medida que expresa las desintegraciones del radón por segundo), y que los edificios ya existentes no pasen de 300. El Consejo de Seguridad Nuclear ha realizado investigaciones para evitar su penetración en los espacios habitados, y así lo publica en su estudio ‘Protección frente a la Inmisión de Radón en Edificios’.

Este análisis se apoya en técnicas constructivas habituales en España, para servir de referencia a futuras normativas y como directriz en las obras que se van realizando. De hecho, el Código Técnico de la Edificación en España debe actualizarse para incluir este tipo de medidas, porque así lo obliga Europa.

El Consejo de Seguridad Nuclear recuerda que el radón, si lo hubiera, entra en los edificios debido a la diferencia de presión que se establece entre los poros del suelo y el espacio cerrado. Se introduce a través de grietas o fisuras y fluye entre los poros de los materiales usados en la edificación.

Cuando el nivel de radón en la zona marca un nivel que ya requiere una protección básica, algunas de las medidas utilizadas en España y distintos países, recogidas por el Consejo de Seguridad Nuclear, consisten en sistemas pasivos que no requieren un aporte extra de energía. La primera sería la instalación de un sistema de barreras antiradón para evitar que entre en el edificio. Estas membranas impermeables se colocan en muros, forjados, soleras y otros elementos de la envolvente en contacto con el terreno. Dicha estrategia se puede utilizar junto con otra para conseguir mayor eficacia: incorporar sistemas de extracción natural del radón que se encuentra bajo la vivienda, para expulsarlo al exterior y evitar que entre en el inmueble. Se necesita un punto de captación que se conecta a un conducto que evacua el gas y que funciona por tiro natural, dado el gradiente de presiones.

En zonas de exposición elevada al radón, el Consejo de Seguridad Nuclear recomienda soluciones de elevada efectividad. Es este caso también se aplica el sistema de extracción del radón bajo las casas, pero conviene una extracción forzada, con aparatos mecánicos y eléctricos que fuerzan el tiro de expulsión. También se puede cambiar este sistema invirtiendo el flujo de aire, es decir, insuflándolo al punto de captación para crear una presión positiva que obligará al radón a salir por otros caminos.

Además, es aconsejable aplicar medidas complementarias como la creación de un forjado elevado sobre el terreno. Esta cámara funciona a modo de espacio de captación de radón, que puede ventilarse a través de los muretes de apoyo. Asimismo, en estas áreas con más gas se recomienda introducir barreras antiradón en los elementos de cerramiento ligados al suelo.