El martes 6 de mayo de 1947, en función de gala, fue inaugurado el cine Capitol. Numerosísimos invitados llenaron la sala, entre ellos el gobernador civil, Antonio Rueda y Sánchez-Malo, y diversas autoridades locales, provinciales y mandos militares. En el magnífico vestíbulo, espléndidamente iluminado con juegos de preciosas arañas, hicieron los honores a los asistentes los empresarios propietarios de la sala, Corcobado y Sotomayor, acompañado el primero de su esposa. ‘El mercader de esclavas’, de Anette Bach, fue la primera superproducción que vieron sus pantallas.

Días después se proyectaría ‘Y amaneció’, definida por este periódico como «una página de emoción basada en la Segunda Guerra Mundial». Desde entonces, el Capitol acogería grandes estrenos. Ese mismo año, la nueva temporada se abrió el sábado 27 de septiembre con la proyección de la película ‘La solterona’, de Bette Davis.

Después vendría una lista innumerable de superproducciones, muchas de ellas se emitieron a través de un proyector cinematográfico que la Diputación de Cáceres expone estos días al público en el Museo Casa Pedrilla-Guayasamín, un cinematógrafo modelo P55 35/70, de la marca Prèvosto S.R.L., fabricado en Milán en el año 1975.

El proyector perteneció, en su momento, al Cine Capitol, trasladándose posteriormente al Complejo Cultural San Francisco de la Diputación de Cáceres, donde seguiría en uso hasta los años noventa. Está fabricado principalmente en aluminio y permitía proyectar tanto con película estándar de 35 mm., como película de 70 mm., indicado para grandes salas.

La empresa Corcobado-Sotomayor fue la que hizo posible esta obra del cine Capitol, que se levantó en la calle Sancti Espíritu, junto a la plaza Mayor. «La sala es suntuosa, magnífica, no puede pedirse nada mejor. Elegancia, amplitud, magnificencia, belleza, arte, comodidad, orden en el dispositivo, decoraciones que satisfacen los sentidos...», decía El Periódico Extremadura días antes de la apertura oficial del edificio.

Entre las características del cine destacaban sus 800 butacas comodísimas, tapizadas todas en rico terciopelo encarnado. Dispositivos de calefacción y refrigeración y un escenario vestido en cortinajes diversos daban vida a un cine legandario que desgraciadamente tuvo que cerrar.

A partir de la segunda mitad del siglo XX se vivirá en Cáceres lo que algunos han venido a llamar ‘la edad de oro’ del cine en la capital cacereña, llegando a contar, en algún momento, con hasta cinco salas de proyección, a lo que se sumarían cineclubes y certámenes de cine, además de ser la ciudad escenario de varias superproducciones.

En un primer momento, Cáceres contaba con tres salas en las que se podía disfrutar del cine: el Gran Teatro, construido en los años 20, que desde sus inicios alternó las piezas dramáticas con las proyecciones del séptimo arte y que, incluso, antes de que acabaran las obras, el solar ya había funcionado al aire libre como barraca, con el nombre de Cine de San Juan.

Una segunda sala era el Cine Norba, considerado el primer cine de Cáceres propiamente dicho, ya que fue construido expresamente para proyecciones en 1934, por el arquitecto municipal Ángel Pérez Rodríguez, con una fachada de estilo art-deco.

Tras ellos llegarían a Cáceres el Coliseum, inaugurado en 1962 como la sala más grande de España, con 1.998 butacas, y, un año después, el Astoria, con lo que la ciudad llegaría a contar con 6.000 localidades. Ambos cines se convertirían en los máximos exponentes de la ‘edad de oro’ del cine cacereño, acogiendo estrenos por los que pasaban las celebridades del momento y que constituían verdaderos acontecimientos sociales y culturales. Ahora los nostálgicos de la gran pantalla tienen una cita ineludible con el pasado en el Pedrilla.