"Las mujeres tenían que levantarse a las cinco y recorrer caminos entre montañas para acudir a los cursos". Así explica Santos Jorna, presidente de la mancomunidad Tajo-Salor, las dificultades diarias en la municipalidad de Escazú, en Costa Rica, donde este organismo participa en un proyecto de cooperación financiado por la Unión Europea. Una delegación cacereña, acompañada de sus socios daneses de la ciudad de Odense, acudió a la zona para comprobar cómo marcha esta iniciativa que se prolongará hasta abril del 2006.

El objetivo del plan es claro: tender puentes entre Europa y América Latina para ayudar a municipios empobrecidos de Costa Rica --Escazú y Acosta--, El Salvador --Santa Tecla-- y Ecuador --Cuenca--. La apuesta económica asciende a 925.380 euros (153,9 millones de pesetas) para formar a 240 mujeres con el fin de que, posteriormente, puedan sacar adelante sus iniciativas empresariales.

La tarea no es fácil, explica Jorna, que añade que "muchas mujeres tienen iniciativas para sacar proyectos. Lo importante es crear un centro donde esas capacidades puedan organizarse y desarrollarse".

La primera pieza del proyecto prevé la creación de un centro de capacitación que estará situado en Escazú y atendido por ocho técnicos. La segunda parte incluye la apertura de una cooperativa con un centro de comercialización de productos autóctonos. "Pueden ser desde frutas, zumos, mermeladas o artesanía", señala Jorna. La dotación de nuevas tecnologías que acerquen a los tres países afectados completa este proyecto con un buen fin.