Son las ovejas negras del urbanismo cacereño, esos edificios que nadie quiere tener al lado, esos solares que nadie quiere como vista desde su salón. Cáceres tiene una variada colección de puntos negros, algunos ya veteranos, con años en la picota sin que se aporte ninguna solución.

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A veces son espacios que realmente desagradan al vecindario por su mala imagen, como el Bloque C de la calle Ródano, el solar del antiguo matadero o el lamentable edificio de Bienestar Social en Reyes Huertas. Pero en otras ocasiones se trata de enclaves con valor patrimonial que el sentido común dice que no deberían seguir así ni un día más, como la ermita centenaria del Santo Vito, el Poblado Minero (catalogado Bien de Interés Cultural) e incluso la cárcel vieja. No faltan los espacios que se suponen verdes pero donde crece especialmente el descuido, como el entorno del Marco o el parque rústico de Mejostilla que nunca fue tal.