Las imágenes que a lo largo de fin de semana hemos visto en todos los telediarios, y que han sido noticia de primera en los medios de comunicación de todo el mundo, nos han llenado de tristeza, porque la gente de buena voluntad se pregunta qué es lo que hemos hecho mal para llegar a esta situación. Pongo el verbo en plural para incluirme yo también, pero estoy convencido que en esto hay algunos que tienen más culpa que otros. O al menos esto es lo que me parece a mí.

Qué lejos estamos de aquel espíritu de los primeros años de la democracia en los que las fuerzas políticas fueron capaces de sentarse en una mesa circular, donde se podían ver las caras, y tratar los problemas, porque sabían que ninguno tenía la solución y era necesario escuchar a todos para poder llegar a un entendimiento y sacar el país adelante. Y aunque había dificultades, y graves, el ‘proyecto España’ siguió dando pasos.

Desde que este tema comenzó, todos estaban en posesión de la verdad, ha habido poco diálogo y sí mucho convencimiento de que no había que dar un poso atrás. A unos se les calienta la boca hablando de democracia y para conseguir lo que quieren se saltan a la torera las leyes establecidas por la misma democracia, otros pueden haber sido poco sensibles a la hora de escuchar de otra manera las pretensiones de los distintos pueblos de España.

Los obispos españoles se atrevieron a sacar un comunicado, que rápidamente fue zarandeado con la acusación de que para lo que han dicho mejor es que se hubieran callado, os trascribo un par de frases: «La solución está en avanzar en el camino del diálogo y del entendimiento, del respeto a los derechos y a las instituciones y de la no confrontación, ayudando a que nuestra sociedad sea un espacio de fraternidad, de libertad y de paz»; «es de todo punto necesario recuperar la conciencia ciudadana y la confianza en las instituciones, todo ello en el respeto de los cauces y principios que el pueblo ha sancionado en la Constitución».

La Constitución es la norma básica que nos dimos todos, por lo tanto no puede ser que unos cuantos sin consultar con todos quieran por su cuenta tirarla por tierra. Y desde ella es de donde hay que empezar a hablar, si hay que cambiarla que se cambie, hay posibilidad de ello, pero teniéndola siempre como referencia.