El Sínodo de obispos para la región Pan- Amazónica que se reunió en Roma del 6 al 27 de octubre de 2019, había despertado en los ambientes eclesiales una serie turbulencias que fueron aireadas a su tiempo por los distintos medios de comunicación. Éstos hacían referencia a que el papa aprovecharía la ocasión para facilitar el sacerdocio a personas casadas, y a admitir a las mujeres para la realización de una serie de tareas hasta ahora impensables.

El asunto llego a tal extremo que los medios, grupos y personas más integristas habían comenzado a hablar de un nuevo cisma en la Iglesia católica, si esto se producía. Ante esto, esperábamos el documento que el papa iba a publicar con el material de los trabajos realizados en dicho Sínodo.En los primeros días de febrero se ha dado a conocer dicho escrito. Es una exhortación apostólica post-sinodal que lleva por título “Querida Amazonia”. La misma, posiblemente no haya contentado, ni a los que esperaban gestos del Papa en el sentido de lo que dijimos en el primer párrafo, ni a los que tenían preparados los cuchillos para predecir calamidades si eso se producía. La verdad de esto la tiene el hecho de que el documento haya aparecido muy poquito en la prensa.Es posible que entre las virtudes (que tiene muchas) del papa esté la prudencia, y esta haya sido la que lo ha llevado a escribir lo que ha escrito.

Aprovecho para animaros a leer el documento, son solamente noventa y cinco páginas, pero que no tienen desperdicio. Presenta el papa cuatro sueños que le gustaría que fueran realidad en esta zona: sueño social, sueño cultural, sueño ecológico, sueño eclesial, por este orden. Los tres primeros son una manifestación clarividente de lo que tiene que hacer la Iglesia, denuncia de las injusticias, multinacionales opresoras, incluso tiene tiempo (una vez más) para pedir perdón por lo que la Iglesia ha hecho mal desde el descubrimiento, valoración de la cultura del lugar, necesidad de asumirla, condena de la anti-ecología que destruye especies, animales y degrada a las personas.

Y en el último de los capítulos, el sueño eclesial, Francisco habla de la inculturación de la Iglesia, que es lo mismo que decir que la Iglesia tiene que encarnarse en la cultura de los pueblos donde realiza su misión. Aunque esto ya lo viene haciendo desde San Pablo, es, sin duda, un buen consejo.

*Párroco de San Blas