Finca Pascualete es una empresa cacereña que ha sabido comerse el mercado norteamericano, donde adoran sus quesos. Basta decir que entre el 12% y el 15% de su producción anual (unos 106.000 kilos) cruza el Atlántico para acabar en tiendas estadounidenses y en las primorosas estanterías de la Gran Manzana. Es cierto que este sello familiar se remonta al siglo XIII, cuando Don Fernán Ruiz Altamirano fue obsequiado con vastas y hermosas dehesas entre Cáceres y Trujillo. Pero además, la célebre espía americana Aline Griffith, Condesa de Romanones, cayó enamorada de ellas cuando se casó con su entonces dueño, Luis de Figueroa y Pérez de Guzmán el Bueno, en 1948. Los lazos familiares con EEUU han contribuido a esta buena entrada de los productos de Finca Pascualete en la crème de los destinos norteamericanos.

La empresa ofrece una amplia gama de quesos de oveja, fruto de un proceso ecológico y artesanal, que en su mayoría llegan al otro lado del Atlántico, «unos en barco y otros en avión, dependiendo de su delicadeza, siempre en containers pequeños con frío controlado». Así lo explica el gerente, Antero Murillo, quien asegura que «las nuevas técnicas para exportar alimentos en las mejores condiciones facilitan mucho la labor».

También ha sido de gran ayuda «el interés que están mostrando los estadounidenses por la cultura del queso. Valoran los productos europeos, sobre todo los españoles, y les llama mucho la atención el de cuajo vegetal», revela.

Finca Pascualete produce distintos quesos de pasta blanda y dura. La mayoría llegan al mercado de EEUU. Por ejemplo la ‘Retorta’, cada vez más conocida, «que enviamos en los formatos de 140 y 380 gramos». Este producto de leche cruda de oveja prensado a mano fue elegido ni más ni menos que por la World Cheese como el 1º Queso de España 2017-2018 y el 6º Mejor del Mundo. «En Estados Unidos llama especialmente la atención que tengamos nuestra propia leche y elaboremos nuestro propio queso», desvela el gerente.

Además llega a los comercios neoyorkinos el queso ‘Pastura de Trufa’, inspirado en la tradicional receta de la Toscana que arribó a tierras extremeñas de la mano de los pastores trashumantes, y al que se le ha añadido trufa negra y corteza enmohecida de penicilium candidum. También viaja el queso ‘Cumbre de Trujillo’, elaborado a partir de leche pasteurizada de oveja, más suave, de textura cremosa, para quienes se inician en el mundo del queso. Tampoco falta el ‘Pascualino’, que se hace siguiendo las maneras más primitivas, sin prensar, con lo que se consigue una pasta muy cremosa con sabor a mantequilla. Y el ‘Monte de Trujillo’, rústico, de leche cruda, con aromas del campo.

Estos productos viajan a prácticamente toda Europa, Méjico, Dubai o Estado Unidos, cuyas especiales exigencias llegan hasta la propia finca. «Los importadores tienen un control continuo. Vienen, hacen auditorías, inspecciones...», explica el gerente de la explotación, compuesta por una veintena de trabajadores, muchos de ellos nacidos en estas tierras que sus antepasados también trabajaron.