La corta historia de la cofradía cacereña de la Sagrada Cena no es una historia cualquiera. Quizás ninguna hermandad española haya conseguido tanto en tan poco tiempo, teniendo en cuenta los recursos limitados de una ciudad de apenas cien mil habitantes. En 1995 ni siquiera se había constituido y hoy tiene posiblemente el mejor paso de la Sagrada Cena de España (a excepción del murciano, de Salzillo), realizado hasta el último detalle por uno de los tres mejores imagineros del país, Dubé de Luque, en talleres de Triana. Su patrimonio es, además, uno de los mayores del ámbito cofrade cacereño, incluida su casa de hermandad.

En 2011 cumple 15 años de su fundación, muy pocos, pero singularmente fructíferos. Los promotores fueron Antonio Rubio, archivero municipal y Cronista Oficial de Cáceres, fallecido hace unos meses, y Serafín Martín, profesor y actual mayordomo. Hacia el año 1992 comenzaron a creer en un proyecto al que Antonio venía dando vueltas: ¿Por qué no podía tener Cáceres un paso de la Sagrada Cena? "Nos pusimos manos a la obra, y desde el principio entendimos que debía ser una obra de calidad, acorde con una ciudad Patrimonio y Tercer Conjunto Monumental de Europa, por ello nos fuimos al taller de Dubé de Luque", relata Serafín Martín.

La primera vez que salió el paso lo hizo solo con la imagen principal, el Señor de la Eucaristía, en el año 1995, acompañando a la procesión de la Misericordia (hermandad del Nazareno). El proyecto gustó a los cacereños, y mucho. Comenzaron a llover apoyos, hasta tal punto que en 1996 se constituyó una cofradía propia con sede en Santiago. Cada año se incorporaban una, dos y hasta tres imágenes. La última, Judas Iscariote, llegó en 2005 y el cordero pascual en 2009. Desde entonces la composición procesiona al completo y es la mayor de Cáceres, con unos 2.500 kilos de peso. En 1998 se unió el paso de la Virgen del Sagrario, también del mismo escultor hispalense.

"Se trata de la única Sagrada Cena realizada íntegramente por Dubé de Luque, y a mi juicio es su obra cumbre", explica el mayordomo. Pero además, esta hermandad aporta a la Semana Santa cacereña un gusto exquisito en todos los detalles: la decoración floral, las vestiduras, las telas de las túnicas que cubren las imágenes (traídas desde Italia), los ornamentos, los efectos procesionales... Los nuevos proyectos tampoco paran. Las próximas iniciativas se centrarán en algunas mejoras en la casa de hermandad, también la mayor de la ciudad.