Natalia Durán ya no quiere irse del hospital. Recibirá el alta en unos días pero desde que ayer pateó los pasillos de Pediatría a bordo de un Porsche su idea del hospital ha cambiado. Fue una de las niñas ingresadas en el San Pedro de Alcántara que estrenó uno de los vehículos eléctricos que ha donado la Asociación de Reyes Magos de Cáceres (Arema) al complejo hospitalario para conseguir hacer más ameno el camino de estos niños hasta los quirófanos. «Es una iniciativa buena. Pasar por un quirófano nunca es agradable y así ellos entran un poco más contentos», decía Mercedes Gonzalvo, madre de Natalia.

Ella, como el resto de los niños hospitalizados hasta ahora, fue trasladada hasta los quirófanos en una camilla. ¿El peor momento? La separación de sus padres. Está comprobado, el estrés de los pequeños aumenta cuando salen de las habitaciones para una prueba o una intervención quirúrgica y alcanza su culmen cuando se produce la separación de sus progenitores, que suele ser en la propia habitación o en los pasillos. «Hay muchos ejemplos de iniciativas que vienen a mejorar esa situación y esta es una de ellas. Los niños van en estos coches, bien llevados por ellos o por la enfermera o el celador con el mando a distancia, hasta la prueba diagnóstica o quirúrgica de una forma más amena», señaló ayer el gerente del área de salud de Cáceres, Juan Carlos Escudero. Precisamente esta iniciativa se estrenó en la región en Mérida porque la supervisora de Pediatría quiso poner fin al mal trago que pasaban los niños al cruzar los pasillos en las camillas, llenas aparatos y goteros. Encontró un proyecto parecido en un hospital de Boston y lo trasladó a la capital extremeña.

En Cáceres la iniciatuva parte de la asociación de Reyes Magos que cada año, por estas fechas, lleva la ilusión a los más pequeños. Esta vez ha querido dar un paso más: «No tiene precio verles las caras. Les va a hacer olvidar ese mal momento porque no van a pensar dónde van», afirma el presidente del colectivo, José Antonio Fernández. Otros años han llevado regalos a los hospitalizados. «La misión de Arema es arrancar sonrisas, hacer feliz en momentos difíciles. Esta vez queríamos hacer algo distinto, que llenara más a los niños. Estos coches no los va a disfrutar solo uno, sino todos los niños que vengan a la planta », añade. De momento han donado dos vehículos y, una vez que se pruebe su eficacia, el objetivo es comprar uno más para esta misma área.