Hace unos días se efectuaban en Cáceres diferentes actividades que tenían como nexo de unión la recuperación, para el conocimiento y el ocio, de las genuinas raíces de la ciudad y de sus gentes. Los vecinos del arrabal cacereño se echaban a la calle para recrear sus propios orígenes. Lavanderas y caleros, criadas y artesanos, los vecinos del ayer, dejaron una huella imborrable que los vecinos de ahora quisieron homenajear a través de una ruta teatralizada, que sirvió para revivir, desde la cultura comunitaria, el pasado de una parte de la ciudad rica en matices sociales, urbanos y artísticos, también para generar desarrollo, bienestar, inclusión, integración y cohesión social a través del arte y la diversidad de las distintas expresiones culturales que existen en el barrio. Sus viejas calles y plazas, con ADN artesano y popular, se llenaron de música y color para acercarse a su propia historia, la que se escribió durante siglos por las capas más humildes de la ciudad. Hubo bailes y música tradicional, puestos de artesanía, churrería, juegos tradicionales, teatro, dialogo y alegría, seguido por cientos de personas de todo pelaje y condición, que quisieron sumarse a una celebración vernácula y autóctona. Un viaje al pasado con claros contenidos etnográficos y pedagógicos que hablan del ayer, para no perder de vista nuestros orígenes como grupo humano.

Ese mismo día, en otro espacio del arrabal cacereño, se juntaban diferentes personas y colectivos para limpiar y poner en valor una de las fuentes más carismáticas de la ciudad, la Fuente del Concejo. Aunque este lugar ya fue rehabilitado hace unos años, se encuentra huérfano de un mantenimiento que cuide del ornato que merecen este tipo de monumentos, ausentes de catálogos turísticos a pesar de sus siglos de pasado y de los importantes servicios que prestaron a la vieja villa y a sus gentes.

Se trataba de concienciar sobre la importancia de conservar para el futuro lugares que se encuentran presentes en la memoria colectiva de la ciudad. Con azadas, escobones, rastrillos y muchas ganas, se limpió el entorno de Fuente Concejo por un público variopinto y entregado a una labor que dignifica a los que se hicieron presentes, para que la suciedad no cubra el pasado. La experiencia se va a repetir en el entorno de otras fuentes históricas de la ciudad, necesitadas de atención y cuidados.

También hace unos días se iniciaba la limpieza del cauce de la Ribera del Marco, en el tramo entre la Fuente del Rey y Fuente Fría. Un cauce, que los cacereños perjudicamos cuando lo atestamos de plásticos y viejos enseres. Por ello se hace necesaria una labor de difusión permanente, sobre la importancia de estos espacios naturales para la preservación de sus valores, tanto históricos como ecológicos. La vieja ribera, a la que tanto debe la ciudad, se ofrece como lugar para el ocio y la vida saludable, sólo pide que la cuidemos como se merece.

Todas las iniciativas señaladas también nos convierten en Patrimonio de la Humanidad, porque van encaminadas a salvaguardar las raíces de una ciudad, milenaria en sus orígenes, que no quiere perder los espacios que tanto contribuyeron a que Cáceres fuese lugar para la vida.