Luis Guillermo M. B. llegó hace 8 meses a España no desde su Colombia natal, sino desde otro país de Sudamérica. Al menos cruzó la frontera de dos países latinoamericanos antes de recalar en Cáceres donde hace poco más de un mes encontró la muerte de una forma brutal: descuartizado y mutilado. Sus restos aparecieron flotando en las mansas aguas del Almonte el pasado 8 de junio.

Los investigadores de la Guardia Civil de Cáceres tratan de reconstruir la vida y el entorno de este colombiano de 48 años afincado durante menos de cuatro meses en la capital cacereña, donde viven su hija, un hermano y su excompañera sentimental con la que tenía tres hijos, todos ellos residentes en Colombia.

Unir las piezas de este extraño rompecabezas en el que se ha convertido el crimen del descuartizado del Almonte no es fácil. La familia no ha aportado muchos datos reveladores. "Se desconoce su vida. Guardan silencio y dicen no saber nada", explica una fuente cercana a la investigación consultada por este diario. La víctima tenía otros familiares en Madrid, una hermana, y en Sevilla, una tía. Precisamente iba a ver a esta tía de la capital andaluza cuando desapareció. Nunca llegó a encontrarse con ella y fue su hija la que denunció la desaparición.

La clave está quizás en esos viajes por Sudamérica. "Es extraño que en tan poco tiempo uno se busque un enemigo así en España". Así que ya se ha alertado a las policías de estos países para que se abra una investigación paralela en ellos.

Posible víctima de sicarios

De momento, todas las hipótesis y todos los interrogantes están abiertos. Si cabe, solo se descarta el suicidio. ¿Por qué lo asesinaron y después lo desmembraron de esa manera tan salvaje? ¿Fue un asunto de narcotráfico, un ajuste de cuentas, por el impago de una deuda? ¿Fue víctima de unos sicarios del crimen organizado? O, más simple aún: ¿de un crimen pasional?

"El que lo hizo, sabía perfectamente lo que hacía, no es un cualquiera", explicaron las mismas fuentes. El modus operandi es típico de bandas del crimen organizado. De ahí que la hipótesis que cobra mayor fuerza por ahora, sin descartar ninguna de las otras, es la de un ajuste de cuentas por algún turbio y grave asunto. No en vano sus ejecutores se tomaron muchas molestias para que el cadáver no pudiera ser identificado. Así, mutilaron algunas de las falanges para eliminar sus huellas dactilares.

L. G. no tenía antecedentes policiales en España. La familia procede de Pereira, la capital del Departamento de Risaralda próxima a Medellín, que tiene algo más de medio millón de habitantes. Los parientes que residen en Cáceres llegaron hace un año en busca de mejores condiciones de vida y trabajan legalmente en la ciudad. Este diario ha podido contactar con uno de ellos pero la tragedia que les ha salpicado es demasiado "dura y reciente" para hablar por ahora de ella.