No digo nada nuevo con la afirmación de que los ríos han sido lugares de asentamiento y desarrollo de la cultura urbana. Precisamente, las ciudades y sus ciudadanos han aprendido durante las últimas décadas que en su origen está la esencia de nuevos proyectos de futuro y sus urbanistas se han puesto a repensar cómo innovar el modelo de ciudad desde éste. Así renacen, con nuevas funciones y denominaciones, el Distrito 22 en Barcelona, la Isla de la Cartuja en Sevilla, el Gughemheim en Bilbao o la Milla del Agua en Zaragoza. Todas ellas referencia de las nuevas tendencias de recuperación urbana y vanguardia para el desarrollo sostenible de las ciudades que están concibiendo el modelo del siglo XXI.

Cáceres, modesta y recoleta, tiene en la Ribera del Marco una joya que puede ser motivo de admiración de otras ciudades, aunque le vengamos dando la espalda desde hace mucho tiempo. En su discurrir de apenas siete kilómetros se concentran todos los recursos que han dado origen y vida a la ciudad: el agua, las huertas, la industria medieval, la economía, la defensa, el urbanismo o el origen de la propia Ciudad Monumental de la que tan orgullosos nos sentimos. En tan reducido espacio contamos con un excepcional paraje natural y toda la historia de la ciudad. ¿Qué nos impide ser conscientes de la responsabilidad que tenemos ante las generaciones futuras si no conservamos este espacio origen de lo que hoy somos?. ¿Dejaremos que un modelo desarrollista, ya caduco, acabe sepultándola bajo el aluvión del hormigón y la presión de los coches?.

La ribera conecta a la ciudad con su entorno. Convertirla en el gran espacio del conocimiento para la ciudadanía y para quienes nos visiten es una oportunidad que no debemos desaprovechar, antes de que los procesos de aculturación producidos por la especulación urbanística nos roben uno de los mayores patrimonios colectivos de nuestros antepasados.

Cáceres puede disponer del más maravilloso recorrido natural y cultural por la historia de la ciudad en un trayecto de pocos kilómetros. Partiendo desde el Calerizo, Aldea Moret o la Cueva del Maltravieso y dejándose llevar por los flujos del agua hasta el paisaje humanizado de la ribera, la Vía de la Plata, los molinos preindustriales, las murallas que acogen a la Ciudad Monumental, el sistema de huertas o los barrios más antiguos que hicieron de Cáceres lo que es hoy, podemos recrear la ciudad. No descubro nada nuevo. Otras personas, sin ser escuchadas lo vienen manifestando desde hace tiempo. Creemos posible recuperar un espacio de encuentro ciudadano para el recreo y el ocio por donde caminen las personas aprendiendo la historia de la ciudad, conviviendo con técnicas de cultivo en huertos de origen medieval, con centros de interpretación que nos faciliten mantener y transferir el conocimiento.

Durante los próximos años, una buena gestión de recursos ante las diversas administraciones nacionales y europeas, con la colaboración de la iniciativa privada y las organizaciones ciudadanas, puede ser la palanca que mueva el engranaje para hacer realidad esta nueva ribera que debe conectar nuestro más remoto pasado con el futuro más inteligente para el desarrollo sostenible de Cáceres.