El municipio cacereño tiene un valioso patrimonio de ermitas, muchas abiertas al culto (las Candelas, el Amparo...), algunas en rehabilitación (San Benito), y otras definitivamente perdidas (el Humilladero). Tal es su riqueza que el Plan de Excelencia Turística baraja la creación de una ruta en microbús por las ermitas del entorno, basada en un informe de la universidad popular. El recorrido incluye un pequeño templo hoy en ruinas, con siglos de antigüedad, que será rehabilitado y nuevamente abierto al público: la ermita de Santo Vito.

La restauración forma parte del proyecto que acomete el Grupo Santano en la zona para construir un nuevo residencial de 97 viviendas. La empresa tendrá que reformar la ermita y otro edificio interesante por su significado y su estructura, el Refugio de Santo Vito, que se transformará en un centro sociocultural. Los vecinos de San Blas han pedido el derecho de uso, pero el ayuntamiento no decidirá su finalidad hasta que esté ultimado.

Ordenanzas de 1652

De la ermita poco se sabe. Según Publio Hurtado en su libro Ayuntamiento y familias cacerenses , publicado en 1915, "fue un reducido santuario junto al puente del Vadillo, sobre un pequeño cerro. Su hermandad contaba con pocos recursos y sus ordenanzas fueron aprobadas por el Prelado en 1652. La última sesión de los cofrades tuvo lugar en el año 1820 y al poco se cerró al culto. Concluyó por ser albergue de pordioseros".

Javier Acedo Carrera, director del boletín El Santuario de la Montaña y exmayordomo de la cofradía, publica en sus páginas que durante el primer tercio del siglo XX se construyó muy cerca el Refugio de Santo Vito para cobijo de los menesterosos, y la ermita cayó en el olvido. "Es una construcción sombría, grisacea, que rezuma pobreza y aislamiento. Acaso por ello se edificó por entonces en las afueras, como el cementerio, el matadero o la prisión", relata Acedo sobre el Refugio. Posteriormente se convirtió en núcleo chabolista.