Dicen algunos que caminamos muy deprisa hacia una sociedad ágrafa en la que la comunicación verbal se reducirá a unas pocas palabras. Dicen que ya no habrá matices, ni capacidad crítica, ni ironía. Afirman incluso que todo es un plan premeditado para conducirnos despacito por una senda que interesa a unos pocos. Yo no quiero ser tan pesimista.

En ocasiones, hasta pienso que es un milagro haber avanzado tan deprisa. Sin embargo, en este país nuestro tan dado a sacar los instintos a pasear, en el que periódicamente recurrimos al pasado para justificar el presente, hay aspectos que no deberíamos descuidar y asuntos en los que deberíamos insistir. No hace falta que PISA nos recuerde la falta de comprensión lectora de nuestros jóvenes.

Lo que parece más increíble es que haya quien todavía propugne que todo siga igual, que nada cambie. Si nuestros hijos son lo más importante que tenemos, ¿no deberíamos ofrecerles la posibilidad de competir en igualdad de condiciones con personas formadas en Finlandia o Alemania? ¿A qué estamos esperando? Con la información que tenemos y tomando como modelo otros países europeos en los que la educación funciona mejor, ¿qué nos impide diseñar un sistema coherente, moderno y duradero? ¡Ay, ay, ay! ¡A más de uno se le ve el plumero! No sé qué pensará usted, pero a mí me parece que una sociedad que no se preocupa por la formación de sus hijos, que no sabe abordar el problema con una mirada estrictamente profesional, que es incapaz de abandonar los corporativismos y pensar de una vez por todas en los alumnos y sólo en ellos, es una sociedad en crisis.

Dejando aparte a Artur Mas y sus mariachis, me resisto a pensar que haya quien quiera un futuro con monosílabos, gruñidos y papeles con garabatos; más bien al contrario, yo sueño con un país en el que la lectura, la escritura y las humanidades desempeñen el papel que les corresponde. Nunca es tarde. Sea optimista. Regale libros. Mantenga viva la esperanza de que cuánto más lean nuestros hijos, cuánto más comprendan lo que leen, menos prisioneros se sentirán.