Cuentan de Victoriano San Frutos que tan pronto arreglaba una avería en la tubería del agua como un fallo en un electrocardiógrafo. El trabajador más querido y entrañable de la Residencia Asistida, capaz de reunir en su homenaje a empleados de todas las secciones del centro el pasado miércoles (médicos, auxiliares, trabajadores sociales, equipo de cocina, personal de mantenimiento...), deja su puesto por jubilación y ya le están echando de menos.

"Le llamamos la caja negra porque lo sabe todo sobre el funcionamiento del centro. Es buena persona, siempre dispuesta, con excelentes relaciones respecto a los compañeros y residentes", explicó ayer la directora, Amparo García. La Asistida pierde a su empleado más antiguo, que colaboró incluso en la construcción del edificio y lleva 23 años desarrollando el puesto de oficial de servicios técnicos y mantenimiento. Sus compañeros le desean un descanso más que merecido en su pueblo, Arroyo de la Luz, aunque saben que parar, seguro, nunca parará.