Mientras en Cáceres un juez resolvía hace apenas una semana que el despido de un trabajador que llamó a su jefe "idiota" y "niñato" era procedente; un tribunal de Cataluña ha declarado improcedente el de un empleado que insultó al jefe llamándole "loco" e "hijo de puta".

En el primer caso el titular del Juzgado de lo Social falla que el despido "es una medida factible en caso de falta de respeto grave a los jefes", lo que considera se ha producido en este caso; pero el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña argumenta, por su parte, que a pesar de ser dos expresiones insultantes, "la degradación social del lenguaje ha provocado que sean expresiones de uso corriente en determinados ambientes, especialmente en el marco de discusiones".