El descubrimiento y conservación de los importantes restos arqueológicos de la calle Mira al Río sólo puede satisfacer a todos los amantes del patrimonio cultural cacereño.

Sin embargo, no deja de ser preocupante la forma en que en una ciudad como Cáceres siguen apareciendo restos por azar, de la misma manera en que, ha de suponerse, siguen desapareciendo importantes vestigios también por azar.

Basta recordar lo que sucedió en la construcción de los juzgados, donde casi por casualidad se recuperó una lápida romana de un posible monumento funerario. La lápida recuperada ocupa en la actualidad un lugar destacado en el Museo de las Veletas, mientras que el resto del monumento funerario se perdió de manera irreversible. O, en el mismo sentido, también hay que recordar las obras que sin ningún control se realizaron en la Huerta del Conde, una zona clasificada como Area de vigilancia arqueológica.

Que una ciudad de pasado romano, árabe y cristiano, que al mismo tiempo está declarada Patrimonio de la Humanidad, y que aspira al título de Ciudad Europea de la Cultura, siga confiando en el azar o en la buena voluntad de constructores, promotores e incluso responsables políticos para la conservación de su patrimonio cultural y arqueológico es preocupante, contradictorio o al menos paradójico.

Parece claro que la naturaleza de Cáceres exige un servicio municipal de Arqueología, del que disponen ciudades más pequeñas, con pasado histórico menos significativo y con pretensiones culturales futuras menos ambiciosas. Y no pueden seguir escudándose las autoridades municipales en la existencia de un arqueólogo en el Irea de Rehabilitación Integrada, ya que sus funciones quedan reducidas al seguimiento de la rehabilitación de viviendas en la zona protegida.

Cada vez son más las actuaciones que en esta ciudad se realizan fuera de la zona protegida o que aun dentro de ésta no tratan de la rehabilitación de viviendas, sino de construcción de edificios o infraestructuras nuevas, como sucede en Mira al Río o como está sucediendo en otras calles como Caleros, donde se están abriendo grandes zanjas para instalar nuevas tuberías sin ningún seguimiento arqueológico.

Es de suponer que con la existencia de ese servicio municipal de Arqueología se habría detectado de manera previa la existencia de los importantes vestigios de la zona de Mira al Río y desde un principio habrían sido tenidos en cuenta en el proyecto.

Y en este sentido hay que destacar que es lamentable que ni el Ayuntamiento de Cáceres realizara en su momento un estudio arqueológico previo al inicio de las obras ni la Consejería de Cultura lo haya exigido.

En este momento, una vez que está claro que los restos van a conservarse, es de esperar que en su puesta en valor no se cometan los errores que se han realizado en otras actuaciones en nuestra ciudad monumental. Y mientras tanto no queda más remedio que preguntarse cómo se compatibilizará su conservación con el mantenimiento del proyecto original de ensanche de la calle en este tramo.

¿Habrá que eliminar las aceras del proyecto y serán, por tanto, los peatones que circulen por la zona los que paguen las consecuencias de la imprevisión de nuestras autoridades? ¿O habrá que laminar poco a poco los restos encontrados para devolver a la calle el ancho recogido en el proyecto?. En cualquier caso queda de manifiesto la falta de previsión y la escasa sensibilidad de nuestras autoridades. Y sobre todo queda patente, una vez más, la necesidad de un Servicio Municipal de Arqueología en Cáceres.