Un vistazo aéreo de Aldea Moret la muestran a los ojos del espectador como un riñón aislado en mitad del cuerpo de Cáceres. Esta es una de las tres razones en las que Manuel Herrero, arquitecto y codirector de la revisión del Plan de Urbanismo, se apoya para explicar los motivos que justifican el cambio de trazado de la vía férrea y el consiguiente traslado de la estación de Renfe al Junquillo, a unos cuatro kilómetros de la glorieta de acceso al centro comercial Carrefour.

El primer objetivo de esta actuación, que se contempla en el nuevo PGOU cacereño, es la integración en la ciudad de Aldea Moret, cuya marginalidad tiene, a juicio de Herrero, su origen "en el aislamiento que le producen las vías". El de Aldea Moret es un caso muy frecuente, que se repite en otras ciudades tanto españolas como europeas: una barrera urbanística causa aislamiento y marginalidad en la otra parte.

Herrero recuerda de forma práctica esa consecuencia de la presencia de la vía: el Cerro de los Pinos, las canteras, el vertedero, las escombreras... casi todo es actividad marginal al otro lado de Cáceres. Pero esa realidad desaparecería, en gran parte, cuando se eliminaran las vías, algo que produciría la inmediata integración de Aldea Moret y su área de influencia en el resto de la ciudad, porque hay una zona de la capital que está "enquistada detrás de la vía".

La segunda circunstancia que marca la actuación municipal es la llegada del AVE, cuyo trazado --más amplio que el del tren convencional-- supondría un corte mayor y una barrera "absolutamente infranqueable" entre ambas zonas de la ciudad. Herrero habla de una tercera razón: el trazado de la A-66 (Autovía de la Plata), localizado al oeste de Cáceres, "que vendría a ser otra barrera física considerable en la trama urbana".

Manuel Herrero opina que si el nuevo plan general contemplara los tres trazados de forma independiente (vía convencional, alta velocidad y autovía), todo el oeste cacereño estaría partido por cortes sucesivos que harían inviable su desarrollo.

Analizadas esas tres barreras físicas que producen las infraestructuras actuales y futuras de Cáceres, la primera decisión urbanística que se adopta es agruparlas para minimizar su impacto y reducirlas a una única barrera perimetral (o límite), a la que se le da el nombre de corredor de alta velocidad. La estación del AVE está localizada en la intersección de ese corredor con la carretera de Malpartida, a continuación del cerro del Junquillo, a la altura de la futura autovía.

Los nuevos raíles y la propia A-66 servirían de límite entre los suelos urbanizables y no urbanizables del oeste cacereño, puesto que a un lado de la vía el nuevo plan no prevé una expansión de la ciudad y no se plantearían, al menos a largo plazo, los problemas de marginalidad que con el tiempo la presencia del tren produjo en Aldea Moret.

La otra gran incógnita que despeja el plan de urbanismo es el futuro de la actual estación de tren, un inmueble catalogado, con interés arquitectónico, que se puede reconvertir como equipamiento público. El nuevo plan programa la reutilización del edificio central y las naves laterales de almacenamiento en las que podrían albergarse desde salas de exposiciones, sedes vecinales o cualquier tipo de equipamiento municipal.

El tranvía

El plan también contempla la puesta en marcha de un tranvía que uniría la vieja y la nueva estación como complemento al transporte público. Los raíles del tranvía se integrarían en un corredor verde que recorrería el trazado actual de la vía y que ya está previsto en el nuevo plan. Ese bulevar enlazaría por el sur con Aldea Moret de modo peatonal y por el norte integraría el tranvía, una práctica con aires románticos usada en otras ciudades como Oporto o Bilbao. Ambas estaciones se unirían por tranvía con el propósito de garantizar al máximo las conexiones con el centro de la ciudad y mantener, en cierta medida, el sentido de la estación actual. Se trata, en definitiva, "de contrarrestar el efecto traslado".

Herrero descarta que la eliminación de la vía tenga que ver con una gran operación urbanística puesto que el corredor verde está garantizado. Eso sí, el traslado posibilitará la ampliación de Aldea Moret hacia el oeste, el Junquillo y la N-630. Permitirá también su unión con La Cañada y el poblado minero, su ordenación, su integración, la creación de nuevos equipamientos públicos, de dotaciones, de residenciales... Permitiría, en definitiva, hacer que ese riñón aislado tome forma en el nuevo cuerpo del urbanismo cacereño.