Salamanca, 1-7-1979. Ha pasado la mayor parte de su vida en Cáceres, de la que da su visión particular

--¿Qué es lo mejor de Cáceres para usted?

--Probablemente la calidad de vida que se disfruta en esta ciudad, su entorno cultural y la naturaleza que rodea a toda la provincia.

--¿Y lo peor?

--Su involución laboral de los últimos años y la carencia de oferta cultural y de servicios de ocio.

--¿Cree que en cierto ese tópico de que los cacereños somos más bien fríos?

--No. Vamos, por lo menos yo no lo he sentido así, y no creo que así sea, para mí se utiliza este adjetivo confundido, más bien creo que se debe decir que los cacereños "somos" más bien serios, pero como todo y en todos los sitios, siempre hay excepciones.

--¿Qué se puede aprender de Salamanca, su otra ciudad?

--Su riqueza cultural, es una ciudad que a pesar de que tampoco haya evolucionado en el terrero laboral, está en continuo aprendizaje por el mestizaje de culturas que en ella conviven. En definitiva es la ciudad universitaria por "excelencia".

--Del mundo de los coches a una asesoría fiscal. ¿Cómo ha sido el cambio laboral?

--No ha sido tanto,siempre me han rodeado los números. Mi actual trabajo está enfocado a lo que siempre he querido hacer desde un principio y para lo que me formé y me sigo formando.

--También ha entrenado baloncesto a niños, ¿no?

--Sí, aunque no pudo durar todo el tiempo que a mí me hubiese gustado por incompatibilidad profesional. Fue una gran experiencia que me hizo disfrutar muchísimo y con la que tuve la oportunidad de transmitir, o por lo menos, eso intenté, los valores del deporte a los niños/as del Colegio San Antonio de Padua, en el que tuve el gusto de estudiar y por supuesto la mejor cantera de baloncesto.

--El 2012 fue para su familia un poco triste...

--Sí. Nos dejó mi suegro, don Gabriel Fernández Campos, también estudiante del San Antonio y vecino del R-66. Fue un hombre muy importante en mi vida y le estoy muy agradecido.