Periodista

Cuando se han vivido casi 20 años en una casa, que mis abuelos Juan Pérez y Pérez y Esperanza Vera Ruiz, edificaron en 1927, siendo arquitecto Angel Pérez, el mismo de otros edificios emblemáticos de Cáceres, se supone que desde niña se ha visto el mismo paisaje: el paseo de Cánovas y todos los jardines que lo circundan. Las niñas de entonces jugando ´al corro´ y cantando esas viejas canciones que eran parientes próximos de romances y romancillos de antaño. Y ´romance´ fue el que tejieran las mentes de los cacereños de entonces, en torno a la casa de la callé.

Mi abuela Esperanza era sevillana y de Triana; por más señas, recuerdo esa soleá que dice: "Mira si soy trianero, que estando en la calle Sierpes me siento como en el extranjero" . Mi abuelo Juan de Cáceres (Valdefuentes) pertenecía a la Benemérita y fue trasladado a Sevilla. Y en la capital hispalense se conocieron, se enamoraron y se casaron, viniendo a vivir a Cáceres al cabo del tiempo. Y se hicieron una hermosa casa, zon azulejos y otros ornamentos tráidos directamente de La Cartuja sevillana.

Con el paso de los años, un sobrino de mi abuela Esperanza se convirtió en un famoso torero: Manuel Jiménez Moreno, el creador de ´las chicuelinas´, por lo que se le terminó llamando ´Chicuelo´, torero de arte donde los haya, que venía a torear a nuestro coso taurino, en las ferias cacereñas y que, a su llegada, se alojaba, lógicamente, en casa de sus familiares, mis abuelos.

Mi madre, María, era la menor de cuatro hermanas: ´La niña de los ojos´ de mi abuelo, quien al cumplir los 18 años le regaló un hermoso coche descapotable color cereza, aprendió a conducir y en las tardes que toreaba su primo, iba a verle a la plaza. Mujer bellísima, como sacada de un cuadro de Romero de Torres, con su mantilla blanca, en los toros, viendo desde un palco a su famoso primo... Y el pueblo se inventó el romance, que sólo existió en las mentes de los cacereños de la época. Y la casa, donde vivía María, pasó a llamarse: ´La Casa de la Chicuela´. Con el transcurrir del tiempo, mi madre se casó con mi padre --perito agrónomo del Estado y Chicuelo lo hizo con una cantante de music-hall famosa por su belleza, que incluso puso rostro a una botella de anís, La Cordobesita. Hasta aquí la verdadera historia de La Chicuela.