Ramón Nevado y María Holgado se dedicaban a las tareas de la agricultura y la ganadería en Sierra de Fuentes, municipio del que eran oriundos. Allí se casaron y allí comenzaron la crianza de sus siete hijos: Juan Antonio , Domingo , Pedro , Candela , Antonia , María y Rosendo , nacido el 4 de agosto de 1931.

Vivían los Nevado en una de las calles principales del pueblo, en una de esas casas que nacían en la parte alta del cuartel y que tenían un pasillo en el centro, habitaciones a derecha e izquierda, la cocina, el corral, y al fondo la cuadra. Era feliz aquella vida en Sierra de Fuentes, donde residían, igualmente, Dolores , que era churrera, Felipa , que había perdido la vista, María , Adón , Angela , y Casimira , que tuvo dos hijos, se quedó viuda y era una familia muy entrañable y querida por los Nevado.

Tras la contienda civil, Sierra de Fuentes tampoco pudo escapar del efecto migratorio. Muchas personas o se habían quedado viudas o se veían obligados a marchar, principalmente a Cataluña, o a capitales de provincia donde hallar un futuro más próspero. Ese fue el caso de los Nevado, quienes coincidiendo con la posguerra se instalaron en Cáceres con la intención de buscar trabajo para ellos y para sus retoños.

Fueron años muy difíciles en los que la familia se instaló en la calle Caleros. Ramón, el patriarca, seguía llevando negocios en el pueblo, iba y venía a los molinos, traía pienso a lomos de los burros, mientras su mujer, María, puso una churrería en las Casas Baratas. De ahí se marcharon a Peña Aguda, y luego a la calle Hornillos, donde eran vecinos de Galvao , que fue taxista y después tuvo El Burladero en la calle Parras, de los López , del dueño de un taller zapatero, y de la señora Cipriana , que tenía un carrillo en el que vendía pipas.

Trayectoria

Uno de los hijos de los Nevado, Rosendo, llegó a Cáceres con 9 años. Era Rosendo un niño espabilado que con 13 años comenzó a trabajar y lo hizo como aprendiz en la Joyería Corbacho de la calle Pintores. El dueño de aquel negocio era Juan Corbacho , que además de joyería también se dedicaba a la relojería y al montaje de gafas. Eran aquellos los tiempos en los que en los negocios se hacía de todo: de aprendiz, de recadero, de dependiente... Durante dos años estuvo Rosendo en Corbacho. Para entonces ya se había hecho maestro relojero, de manera que pasado ese período no dudó en independizarse.

Cumplidos los 18, Rosendo conoció a Pepita del Campo en el baile de una boda que se celebraba en el Viena. Pepita era hija de Félix del Campo , jefe de la estación de Cáceres, y vivían en el número 20 de la calle Mira al Río. La abuela de Pepita, muy conocida en la ciudad, se llamaba Saturia , casada con un ferroviario que residía en las casillas de Renfe cuando la estación de trenes ya estaba en Los Fratres. A Saturia se le atribuye la siguiente anécdota: Pedro Palomino era un señor que durante años se ocupó de regentar el Parador del Carmen. Cuentan que se le cayó una hija de un caballo. Los médicos la escayolaron pero la niña no evolucionaba, así que Palomino, siguiendo los consejos de la sabiduría popular, acudió a la señora Saturia. Dicen que nada más ponerse en sus manos, la señora Saturia descubrió el pinzamiento de una vértebra y que la chiquilla, milagrosamente, salió de aquella casa por su propio pie. La hija de Palomino, por cierto, se casó con Antonio Martín , que era un gran nadador.

Pepita del Campo conoció a Rosendo a la edad de 17 años. Paseaban por Cánovas, iban al cine del Gran Teatro y del Norba, y a los partidos del Cacereño. Cuando se casaron, Rosendo ya se había independizado laboralmente. Cogió una mesa de la cocina y la habilitó como taller de trabajo en su primera vivienda del número 1 de la calle Beato José Oriol. Como las cosas empezaron a marcharle bien, no tardó en trasladarse al 92 de la calle Margallo y de ahí al número 8 de la calle Moret, donde Rosendo instaló su joyería.

En la joyería de Moret había existido con anterioridad un ultramarinos propiedad de Aniceto Campón . Alrededor estaban El Siglo, la imprenta de Figueroa , el Alvarez, Castaño (que tenía el Bar Castaño), toda una

referencia en Cáceres, o la madre de Luis González Cascos , que tenía un ultramarinos.

Rosendo quería seguir avanzando, de manera que el siguiente paso debía ser su traslado a Pintores, centro neurálgico del comercio de la ciudad. En aquel tiempo, Rosendo Caso , propietario de una famosísima tienda de telas, iba a dejar libre el local, del que eran dueños los del hotel Iberia. Allí abriría Rosendo Nevado su nueva joyería: descubrió la bóveda de la estancia y la tienda quedó muy bonita. Entre el personal: Ramoni Santillana , Rufi , Isabel , Ana ...

Al tiempo disponía Rosendo de un almacén de joyería y vendía por todos los pueblos de la provincia, donde contaba con cobradores y los llamados corresponsales. Semanalmente, y con un furgón de ambulancia, viajaba por los municipios cacereños, muchas veces junto a Juan José Correa , que se encargaba de la venta de telas. Citaban entonces al público en un salón determinado para que allí escogieran la mercancía y, por supuesto, se les daba opción al pago a plazos.

Era Pintores un hervidero: Mendieta, Jabato, la barbería Barra... Entretanto Pepita se ocupaba del cuidado de los siete hijos que ya tenía el matrimonio: Rosa , José Félix , Marisa , Elena , María José , Raquel y Magdalena . Pasado el tiempo, Rosendo trasladó su joyería, a la que puso por nombre Nevacam, a la plaza de América, su ubicación actual desde hace 29 años.

Hoy Rosendo es abuelo de 11 nietos: José Félix , Borja , Beatriz , Félix , Rocío , María José , Eduardo , María Elena , Pablo , María y Raquel . Y Rosendo continúa vital, patriarca de una familia que es su verdadero patrimonio. Rosendo Nevado: el aprendiz que llegó de Sierra de Fuentes para convertirse en el maestro relojero más conocido de toda la ciudad.