Cada día sale un camión de Moraleja hasta Italia lleno de boletus aereus , también conocido como hongo negro, un alimento ya habitual en los restaurantes por sus múltiples posibilidades culinarias. Si el planeta tiene 30.000 especies de hongos superiores (reconocibles a simple vista), Europa reúne 5.000 y sólo en Extremadura existen 3.000, cifra similar al resto de comunidades. Pero si por algo destaca esta región es por su gran cantidad de setas comestibles, sobre todo boletus y níscalos , que han dado lugar a dos industrias en Moraleja y Puebla de Obando, con exportaciones a todo el país y la UE.

Hace años no era así. Salvo Cataluña y País Vasco, en España no había tradición micológica, y en Extremadura sólo se comían dos o tres especies (criadillas, macrolepiotas ...). Pero hacia 1980 se fundó la Sociedad Micológica Extremeña, pionera en la época, que desterró la micofobia (miedo a las setas) y potenció este ámbito. Sus resultados saltan hoy a la vista: publicaciones, jornadas, estudios, numerosos aficionados...

"Intentamos transmitir tanto el conocimiento como el respeto por estas especies", explica Antonio Mateos, vocal de la sociedad, estudioso de la micología y propietario de uno de los herbarios más extensos de la región. Su experiencia le permite revelar los enclaves más ricos en setas de la provincia cacereña, aunque este otoño el clima ha aguado los cálculos: hay pocas y muy codiciadas.

A menos de una hora

Según Mateos, los hongos más próximos pueden recolectarse junto a la capital cacereña, en las praderas cercanas, tomando cualquier carretera de salida. "Podemos encontrar lepiotas, champiñones o coprinus", explica. Pero si el aficionado quiere dedicarle un poco más de tiempo puede acercarse a enclaves muy apropiados, a unos 40-60 kilómetros de la ciudad, y a menos de una hora. Hablamos de la Sierra de San Pedro, de los términos municipales de Montánchez, Alcuéscar, Carmonita, Aliseda o San Vicente de Alcántara. En estos parajes proliferan las principales especies comestibles de Extremadura: Boletus aereus , Níscalo , Amanita caesarea y Macrolepiota procera . Nacen en encinares, castañares, robledales y alcornocales (el Níscalo en pinares).

A hora y media

Los aficionados que deciden dedicar una mañana, una tarde o un día completo a la búsqueda de setas, pueden acercarse a otros enclaves privilegiados de la provincia, a unos 80-100 kilómetros (hora y media): Las Villuercas y Sierra de Gata. Allí se encuentran todas las especies comestibles bajo encinas, robles, castaños y pinos. A más de 100 kilómetros está la comarca preferida por los profesionales, La Vera, debido a su abundancia en setas. También destacan el Valle del Ambroz, por sus castañares, y Las Hurdes, con ecosistemas muy apropiados como los pinares.

Venenosas (1) Amanita phalloides y (2) Amanita verna. Son las dos especies mortales más abundantes en los campos cacereños, aunque hay otras con menor presencia. Nacen en alcornocales, encinares y castañares. La phalloides tiene volva, anillo en el pie y láminas blancas. Entre las setas mortales también puede encontrarse la Lepiota helveola, Lepiota pseudohelvéola, Lepiota brunneoincarnata, algunos cortinarius y ciertas psatyrellas. (3) Amanita pantherina y (4) Amanita muscaria. Estas dos no producen la muerte, pero sí tienen efectos tóxicos. Por ejemplo, la muscaria o seta de los enanitos tiene sombrero rojo y láminas blancas, y provoca un envenenamiento de tipo alucinógeno que puede tratarse.

Comestibles (5) Boletus aereus. Grande, carnosa, con sombrero marrón negruzco, tubos amarillos y pie marrón. Puede comerse sola o con carne y pescado. (6) Níscalo. Es naranja y tiene látex, una leche en las láminas de color anaranjado, que pasa a verdoso al contacto con el aire. Frágil, de sabor fuerte, ideal para carne y caza. (7) Amanita caesarea. Sombrero naranja, láminas y pie amarillos, anillo amarillo y volva blanca. Aroma delicado y sabor suave. Se come sola o en ensalada, porque es escasa. (8) Macrolepiota procera. Grande, en forma de paraguas, sombrero marrón y pie con dibujo a modo de serpiente. Es la que más muertes provoca porque se confunde con lepiotas pequeñas y venenosas.