El cáncer de mama es el que más incidencia tiene entre las mujeres, pero uno de los que más se cura. En España hay una supervivencia a diez años del 82%, según los datos ofrecidos ayer por el radiólogo Alfonso Martín Arganda. En estos datos influyen las campañas de cribado de cáncer de mama, que en la región se realiza desde 1998. En Cáceres, gracias a ellas, se consiguió detectar este tipo de cáncer a 37 mujeres en el año 2016, la mayoría en estadíos muy tempranos, es decir, no necesitaron si quiera la extracción de la mama, sino únicamente quitar el tumor.

Sin embargo los profesionales advierten que no todas las mujeres que deberían hacerse los cribados (entre los 50 y los 69 años) se someten a ellos. En la provincia de las 12.000 que debían haberse realizado la prueba, consistente en una mamografía, solo 8.352 acudieron (un 71%). El objetivo es que el próximo año ese porcentaje llegue hasta el 80%. «Haciendo estas campañas estamos salvando a 1.800 mujeres al año», señala el radiólogo, que dio estos datos junto al jefe de radiología, Eduardo de la Calle, el presidente del colegio de médicos, Carlos Arjona y el gerente del área de salud de Cáceres, Francisco Javier Calvo.

La cacereña Pilar Pérez sufrió este cáncer, pero hace 33 años, cuando ella solo tenía 35 y dos niños de nueve y cinco años. Se trató en Madrid y lo recuerda como el momento más duro de su vida. «Las sesiones de quimio eran tan fuertes que me dejaban sin fuerza, estaba como un vegetal», dice. Solo lograba levantarse para vestir a sus hijos pero no podía si quiera llevarlos al colegio, lo hacía una vecina que le ayudaba. Ellos fueron su mayor apoyo: «Yo no quería morirme, tenía ansia de mis hijos y de mi marido y tiré hacia adelante, tenía que levantarme».

Le extirparon la mama izquierda, que nunca quiso recomponerse. «Al principio me miraba al espejo y mi cuerpo era raro pero me acostumbré y pensé: lo importante es que estoy viva», señala. Se curó a los meses y ahora colabora con la Asociación Española Contra el Cáncer de voluntaria, para ayudar a las mujeres que atraviesan por esta enfermedad. «Cuando voy a verlas me dicen que qué suerte he tenido, que si a ellas les pasará igual y yo les digo que sí, que por qué no, de esto nos curamos», añade.