El día más esperado, la presentación en Fitur del centro budista que se prevé en Cáceres no cumplió con la expectación levantada estos días porque no se aportaron más datos a los ya conocidos. El proyecto se dio a conocer en la Feria Internacional de Turismo de Madrid sin que nadie haya confirmado aún oficialmente que se construirá en Cáceres. Nada se dijo de los terrenos, ni de las fechas, ni de cuándo el pleno municipal firmará el hermanamiento con la ciudad nepalí de Lumbini, condición imprescindible para iniciar las obras.

Eso sí, el acto sirvió para estrenar la presencia de Extremadura en la cita turística del año. En él, Luis Salaya comenzó su intervención diciendo: «Para un alcalde de una capital de provincia como yo es un sueño casi que nos conozcan por ser una ciudad de paz que participa en algo importante».

El regidor, al ver la recreación que se hizo del espacio a través de videos y fotografías, comentó: «Se aclaran muchas dudas. Es una infraestructura moderna pero no es un proyecto arquitectónico ni logístico sino que va más allá». Con esto el mandatario municipal quiso decir que la iniciativa arrancaba ayer «porque el proceso de su construcción se va a ir difundiendo a lo largo del mundo, principalmente en Asia. Va a llevar el nombre de nuestra región a todos los continentes más importantes de esta nueva época».

Salaya remarcó que los promotores son los miembros de la Fundación Lumbini, «que nosotros humildemente respaldamos y apoyamos en todo lo que nos es posible. Es un honor acogerlo; va a revolucionar las relaciones de nuestra ciudad con el resto del mundo y tiene un fin tremendamente honorable».

De quien más datos se esperaban era de José Manuel Vilanova, presidente de la Fundación Lumbini, pero se limitó a leer un discurso en el que básicamente profundizó en las bondades del budismo, pero no ofreció más detalles en relación al procedimiento urbanístico que debe ponerse en marcha. «Hace 2.600 años -apuntó- nació en Lumbini un gran hombre llamado Buda, eremita, asceta, mendicante, maestro, filósofo y sabio en cuyas enseñanzas se fundó el budismo».

Y añadió: «Es una doctrina filosófica y espiritual que comprende una gran variedad de tradiciones, creencias y prácticas como la meditación, que permiten a las personas transformarse, desarrollando las cualidades de conciencia, bondad y sabiduría, que empieza en el siglo VI antes de Cristo, siendo una de las doctrinas más importantes de la humanidad, practicada por más de 500 millones de personas en el mundo. Se extendió por toda Asia desde la pequeña Lumbini en Nepal hasta la India, refugiándose en Sri Lanka tras las invasiones musulmanas en el subcontinente asiático y extendiéndose más tarde por Birmania, Tailandia, Laos, China, Vietnam, Malasia y Corea y así por toda Asia a través de las rutas de la seda que fueron creadas por Alejandro Magno, rutas que sirvieron para hacer florecer un gran comercio entre Europa y Asia».

Fernández Vara, ayer en FITUR, con Thubten Wangchen, quien dirige la casa del Tibet en Barcelona.

Vilanova sí se refirió a la necesidad de que Lumbini (ciudad en la que nació Buda) y Cáceres se hermanen «para traer a Europa esa semilla de conciencia de paz que necesita la humanidad». Defendió la idoneidad de Cáceres para acoger el centro al ser, subrayó, «una ciudad de paz y concordia, con una gran historia, ubicada estratégicamente entre tres grandes capitales con aeropuertos internacionales como son Lisboa, Málaga y Madrid, que dispone de un gran territorio natural y medioambiental que la hace ser un destino muy interesante para este proyecto. Con esta iniciativa -añadió- se convertirá en la ciudad de las cuatro culturas: cristiana, judía, musulmana y oriental. La convertirá en un referente en las nuevas relaciones internacionales donde las ciudades cada vez cogen más peso en el contexto mundial».

A su juicio, «el Gran Buda de Cáceres no será solo un símbolo mundial de paz sino que será visitado por personas de todo el mundo y constituirá un elemento fundamental en nuestras relaciones con Asia en todos los niveles».