Hubo un tiempo en el que los diputados en el Congreso y en el Senado eran algo más que el florero del descrédito de una clase política agarrada a los sillones de la capital del reino. Por el contrario, estar en Madrid les daba prestigio porque servían de enlace para que un alcalde consiguiera inversiones en la ciudad. Pasó con Alfonso Díaz de Bustamante, cuyas influencias con ministros del Gobierno le valieron la construcción del pantano del Guadiloba, el desvío ferroviario hasta Cáceres, el semidistrito de la universidad, el inicio del Parque del Príncipe y las reformas de la ciudad monumental. Tres cuartos de lo mismo ocurrió con Juan Iglesias Marcelo, quien desde su responsabilidad como senador impulsó la declaración de la capital cacereña como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, un título del que hemos sacado réditos suculentos.

Salaya es uno de esos tipos que dice las cosas con tanta parsimonia y serenidad que no te das cuenta hasta un ratito después de que te ha metido un zasca de órdago. Ayer volvió a hacerlo, no se sabe si intencionadamente o no, para poner firme a los suyos. Fue en la sede provincial de su partido, donde se invitó a periodistas y militantes a un café informativo en el que los candidatos a ambas cámaras presentaron las medidas programáticas del PSOE en las elecciones generales del 10-N.

El alcalde, sin perder la cara de niño bueno, exigió «un ejercicio de coordinación fundamental desde Extremadura para que nuestros diputados peleen por los intereses de nuestra ciudad, de cómo tenemos que actuar en Madrid para recuperar el Congreso como un espacio de diálogo y tener un papel reivindicativo». Atónitos, todos lo escuchaban mientras el joven crecido Salaya recordaba que en el oeste de España «hay una región con problemas de verdad, alejada de los debates de niños ricos sobre independencia e identidad».

El regidor sabe que la única manera de crecer es incluyendo a Cáceres en la vertebración racional del territorio para hacernos visibles. Mientras el resto de sus compañeros entonaban el blablabla del bloqueo, de Franco, de la izquierda partidista y de la ultraderecha fascista, Luis Salaya les dijo que por ahí, no, que mejor se traigan de Madrid el compromiso de que habrá un tren digno, un nuevo abastecimiento de agua, una muralla rehabilitada y una internacionalizacion de nuestras empresas para que tengan una oportunidad fuera de aquí. Pues sí, así debería ser la política.