Jueves, 2 de junio. Nueve de la mañana. Los cinco magníficos , que vuelven a coincidir juntos por segunda vez, nos esperan en la plaza de Valdesalor, desde donde se inicia este séptimo Diario de ruta , justo el día en que Alonso, nuestro jefe de expedición, cumple 50 años. Y en este pueblo de colonización situado a 12 kilómetros de la ciudad, con una superficie de 787 hectáreas y 620 habitantes, emprendemos un camino en el que repasaremos el floreciente pasado romano de Cáceres y el apogeo que hasta hace 15 años tuvieron las explotaciones de regadío de este entorno, hoy deforestado y dedicado, en su mayor parte, a la ganadería.

Desde Valdesalor cruzamos con precaución la N-630 y seguimos, durante tres kilómetros, por la calzada romana de la Vía de la Plata, que abandonaremos para entrar en el puerto de las Camellas donde, justo a la derecha, divisamos las instalaciones de la cantera Elena, dedicada a la extracción de áridos y que, en palabras de Alonso, "es una agresión ambiental tremenda".

Ya en el puerto tomamos un desvío a la izquierda hacia el camino de la casa señorial del Trasquilón, explotación agropecuaria de la que destaca su hermoso palacete del XVII, con esbeltas chimeneas, capilla y escudos que reflejan el poder de la antigua nobleza señorial que la construyó. El Trasquilón, propiedad de la familia Lucas y que prevé convertirlo en un complejo hotelero, también dispone de unas caballerizas donde se albergan cinco miliarios empleados como columnas sustentadoras de su techumbre. Julio advierte de que "su estado es lamentable, están pintados con cal y el proyecto Alba Plata debería actuar para su catalogación y conservación". En los miliarios aparece el nombre del emperador correspondiente y el paso y la milla de la vía.

Desde la finca también se divisa la mina de San Expedito. Alfonso recuerda que el estaño fue su principal material, aunque también existieron en ella otros minerales de tántalo o de litio. En San Expedito existe un pequeño batolito granítico o plutón de granito en cuya cúpula aparecen pequeños filones de cuarzo con casiterita (óxido de estaño), aunque también hay tantalita, ambligonita, etcétera. La explotación se cerró en 1986.

Continuamos por caminos públicos, atravesando portillas, camino del río Salor. Como a veces salen mastines de algunas fincas, el senderista deberá estar atento. El terreno --inhóspito, desarbolado, con hierbas esteparias e infinidad de cardos-- se aprovecha como paso de la futura Autovía de la Plata, "que pese a su impacto era muy necesaria", dice Alonso. "¡Ya era hora!", insiste con alivio al ver las obras.

En nuestro recorrido hay algunos antiguos secaderos de tabaco, que funcionaron hasta hace 15 o 20 años. Al llegar a la carretera, flanqueada por moreras y que conduce a la estación de ferrocarril de Valduerna, nos desviamos a la izquierda en dirección al río Salor. Entre regadíos llegamos a la casa de la Patilla, antigua explotación agrícola-ganadera, abandonada, que sirve de referencia al senderista.

Atravesamos acequias y canales; hay zarzamoras, higueras, poleos, juncos y mucha menta (muy digestiva y a la que algunos atribuyen propiedades afrodisiacas). Estamos en un precioso entorno, donde ya sólo queda un reducto de la riqueza que hace años creció a las orillas del Salor, un río que viene del Ayuela, desemboca en el Tajo y que hoy, desgraciadamente, tiene un escasísimo caudal. Un bosque de galería crece y forma un túnel a lo largo del río. Sauces, alisos, chopos, cañizales, cañaverales, carrizos, juncos... todo ello nace junto a la senda, de unos dos kilómetros, en torno a la margen derecha. El equipo cree que debería acometerse una actuación de ribera y una limpieza del cauce ya que en algunas zonas "hay desagües de aguas residuales", dice Orencio.

´La puente´ Mocha

El Salor nos conduce hasta la puente Mocha, un puente de origen romano, de 106 metros, flanqueado por pretiles, con 14 vanos y que enlaza directamente con la antigua calzada romana de la Vía de la Plata, sobre la que Santiago derrocha toda su sabiduría docente. Nos explica que este tramo de la vía es de zahorra, de una anchura de 20 pies y de 46 millas de Cáceres a Emerita Augusta. Es recta, con poco desnivel y el ejemplo más claro de que los romanos eran auténticos ingenieros, expertos en precisión y amantes de hacer eterno su legado.

Y para terminar, ya en Valdesalor, nada como una cerveza (bebida con moderación es una fuente de vitamina B). Alonso que --como la cerveza--, está en la espuma de la vida, invita, por sus 50, a esta ronda.