Visto desde fuera rechazar un proyecto minero e industrial como el de la extracción de litio en Valdeflores y su procesado para conseguir hidróxido de litio es «surrealista e incomprensible», como aseguró el lunes el eurodiputado y hombre fuerte de Cs, Luis Garicano. Visto desde dentro ni es tan surrealista ni es tan incomprensible. Tal vez si en vez de hablar de Cáceres, Garicano lo hubiera hecho de Valladolid, su ciudad natal, habría sido más prudente. No es lo mismo una mina en mitad de la nada a una mina pegada a una ciudad. Esa es la diferencia.

El debate no es solo el valor o el potencial del litio como generador de riqueza y desarrollo. La discusión es además el sitio. Tal vez en el «salvaje oeste», como citó Garicano, este no hubiera sido un problema o lo hubiese sido menor, ahora sí es un problema tan grande como una mina.

Lo que ya empieza a ser surrealista es lo que está tardando la dirección general de Industria, Energía y Minas de la Junta en resolver o desestimar las solicitudes de los permisos de investigación que presentó la empresa Tecnología Extremeña del Litio, participada por Sacyr e Infinity Lithium. Hasta que se produzca esa decisión se pueden escribir ríos de tinta y se puede hablar durante días del proyecto que nada se habrá avanzando. Hace un mes la respuesta de la dirección general fue que aún en las resoluciones de estos expedientes se sigue con su tramitación, «sin que haya novedad al respecto»; además se aseguró que todas las alegaciones se han estudiado y serán consideradas para conocimiento público.

En ese paso, el de las autorizaciones de investigación, se lleva un año de espera y eso es lo que empieza a ser surrealista. Se puede argumentar que son muchas las alegaciones presentadas, pero la mayoría comparten el mismo contenido. En caso de concederse esos permisos, ni siquiera serían determinantes porque todo se juega en la autorización de la concesión de la explotación minera.

La historia de la mina se ha convertido en un bucle en el que se repiten una y otra vez los posicionamientos de los que están a favor, que apoyan sus argumentos en la importancia cada vez mayor del litio en la industria del automóvil eléctrico, y en contra, encabezados por el rechazo del ayuntamiento, que es el que tiene la competencia en la ordenación del territorio. No podrá haber mina si el ayuntamiento no ajusta su plan de urbanismo para posibilitarla. El litio es un mineral estratégico, pero Cáceres no es el único sitio donde hay litio como para obligar al ayuntamiento a adaptar su normativa a intereses de terceros o a ser forzada por organismos o administraciones superiores.

El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, insistió este viernes tras conocerse su reunión con Cayetano Polo, ahora representante de Infinity, que en el proyecto de la mina se hará lo que los cacereños quieran. Si finalmente se autorizan los permisos de investigación, toda la información del proyecto, de cara a la tramitación del permiso de concesión, se tiene que hacer pública, pero no por los cauces normales de exposición, sino por otros más abiertos y fáciles de acceder. En un asunto como este se necesita toda la información, no solo la que venga de un lado o de otro, sino todo el documento para que de verdad decida el cacereño.