Se unió hace quince años a la Asociación de Jugadores Rehabilitados (Ajer) de Plasencia como voluntario. El psicólogo Santiago Clemente realiza terapias grupales e individuales con los enfermos. Cuando empezó a trabajar atendía a personas de mediana edad y con una adicción a las tragaperras. Eso ha cambiado. Actualmente atiende a una veintena de personas, la mayoría con menos de 30 años y adictos a las apuestas deportivas y a las pujas on line.

--¿Cómo llegan estas personas?

--Normalmente a través de familiares, que detectan el problema y buscan recursos. Los enfermos llegan psicológicamente mal. Tienen un problema de salud grave, una autoestima bajísima y un enorme sentimiento de culpabilidad.

--¿Cómo se detecta que una persona sufre una ludopatía?

--Se hace una entrevista. Cuando una persona juega de una forma desordenada, que ha incrementado de una manera notable el dinero, el tiempo y los pensamientos respecto del juego y que eso ya afecta a su vida, porque sufre un deterioro de la vida diaria que hace que abandone actividades como el trabajo, las amistades o la familia, lógicamente estamos ante una persona con ludopatía.

--Una vez que se diagnostica, ¿cómo se les atiende?

--Con terapia. Hay un control del riesgo, como la limitación del dinero en efectivo, tarjetas y cheques y un familiar controla el dinero al que tienen acceso. Se les aconseja también cambiar las costumbres. A partir de ahí hay un trabajo terapéutico que se basa en la resolución de problemas, control de la ansiedad, de la depresión y de los impulsos. Las terapias tienen una duración de dos años.

--¿El dejar de jugar también genera síndrome de abstinencia?

--Sí. En una fase inicial es como cualquier otra droga. Durante un tiempo esa persona tiene unos niveles de ansiedad muy grandes que hay que controlar para que no favorezca a las recaídas.

--¿Dónde cree que radica el problema para que cada vez haya más jóvenes ludópatas?

--En las adicciones al juego hubo un boom inicial a partir del año 80 con las máquinas tragaperras, que hizo que el juego estuviera al alcance de todos. Ahora vivimos un segundo boom que es el juego on line, totalmente accesible a los adolescentes. Muchas veces son chavales que no tienen la capacidad de controlar lo que están haciendo. También hay salones de juego cerca de los centros educativos, esto genera entre los chavales una atracción.

--El juego se relaciona además ahora con el deporte...

--Es imposible acercarte a una actividad deportiva de éxito sin que esté publicitado de una manera directa el juego. Eso hace que se asocien los valores del juego, las ganancias rápidas y el éxito, con el deporte. Hace creer a los jóvenes que lo que admiran de sus ídolos se puede conseguir con un poco de dinero.

--¿Cree que hay que limitar el uso de las nuevas tecnologías entre los niños?

--Le dejamos a nuestros hijos una herramienta estupenda pero que tiene muchos riesgos y ellos no saben manejarla. Los padres tenemos la obligación de supervisar esto y de reflexionar sobre si nuestro hijo tiene la capacidad o no de usar un móvil.

--¿Cuál es la clave que puede alertar a un padre de que su hijo está sufriendo un problema?

--Normalmente hay cambios en los hábitos y costumbres del menor: Se vuelve más reservado y más distante. Experimenta cambios en su estado de ánimo: Está irascible y prefiere evitar el contacto. Luego hay que ser capaz de enfrentarse a ello.

--¿Uno se puede dar cuenta de que está comenzando a ser adicto al juego?

--El jugador no sabe si va a desarrollar una adicción o no, eso lo va a ver con el tiempo. Además el primer paso es negarlo. Los datos dicen que hay un 5% de gente que tiene problemas con el juego, eso quiere decir que hay un 95% que juega y no desarrolla adicción. Hay personas que tienen una predisposición a desarrollarla. Habrá muchos jóvenes que se acerquen al juego como se acercan al alcohol y no pasará nada, pero habrá otros que desarrollen dependencia. Es importante dar charlas e informar a los adolescentes de que esto es una actividad con riesgos.

--¿Se cura?

--Sí.

--¿Qué porcentaje se rehabilita?

--La experiencia diaria nos dice que el factor más importante es el mantenerse constante en la terapia, esas personas tienen un porcentaje de recuperación muy alto.

--¿Recuerda algún caso que le haya llamado la atención?

--La adicción al juego destruye la vida de una persona. He tratado a personas que llevan 40 años jugando que lo han perdido absolutamente todo, no tienen nada, ni contacto con su familia e incluso muchos han pasado por la cárcel. La parte buena de los jóvenes es que tienen trayectorias relativamente cortas y facilita la terapia.

--¿Afecta también a las mujeres?

--Sabemos que al menos una de cada tres personas adictas al juego es mujer, pero en los centros el 90% de los que acuden es hombre. En las mujeres se une, además del problema del juego, el rechazo social y eso hace que no acepten nuestros recursos.