Acaban otros 365 días, acaba otro año repleto de días cargados de santos, santas y días mundiales contra.... que siempre terminan en el olvido. Nuestro santoral está repleto de buenos propósitos que culminan justo en todo lo contrario.

Hasta el mismo final del año, el calendario nos dibuja la paradoja más absoluta con el Día de los Santos Inocentes, donde prima la burla hacia, preci-samente, los más inocentes.

Y es que la institución de jornadas de concienciación es un camino que va a ninguna parte. Por qué un día dedicado al discapacitado, a la tolerancia, a la mujer, al trabajador, a las vocaciones... porqué no todos los días, por qué no ser solidario con los más débiles a lo largo de todo el año.

¿Qué problema hay con acabar con aquellos actos que no van más allá de lo solemne, de lo puramente estético que siempre se manifiestan ineficaces?

¿Por qué no eliminar las colocaciones de las primeras piedras y nos ponemos a colocar la última?

¿Es tan difícil extender esa solidaridad? Es hora de arrancar la última hoja de un santoral maldito y escribir otro más justo para los más necesitados. Feliz año a éstos últimos.