Rosana Pavón Rosa estudia 4º curso de Administración y Dirección de Empresas (ADE) en el campus cacereño. Se trata de una joven muy sociable que ha tenido que recortar sus salidas y las iniciativas en las que participa, sencillamente porque ahora no toca. «Somos un grupo de 13 amigas de Torreorgaz, nos conocemos desde que éramos pequeñas. Antes del covid normalmente salíamos por las discotecas de Cáceres, pero ya no lo hacemos, nos quedamos en el pueblo y ni siquiera vamos a los bares. La verdad, nos da un poco de miedo», explica. Con su novio también evita los lugares concurridos para no ponerse en riesgo.

A sus 21 años, Rosana cumple a conciencia con las medidas sanitarias para evitar la propagación del virus. Lamenta que exista una crítica generalizada hacia los jóvenes por su comportamiento ante la pandemia. «La mayoría de la gente se muestra bastante respetuosa con las normas, yo lo veo en mi clase. Temen contagiarse y perjudicar a sus familiares. Por eso me da rabia que se nos tache a todos de irresponsables», sostiene. De hecho, en su pandilla ni siquiera salen todas al mismo tiempo. «Estudiamos o trabajamos en distintos sitios, cada una estamos con mucha gente y cualquiera podemos tener el virus, por eso tratamos de ser muy prudentes, y lo dicho, salimos poco», subraya.

Rosana no se quita la mascarilla, tampoco en la facultad. «Cada vez que hay un cambio de clase desinfecto la silla, y entre asignaturas me quedo en el aula. Muchos no salimos a los pasillos. Hay quien va a tomar el aire con distancia, sin barullos». Tiene razones poderosas para obrar así: «Vivo con mis padres y mi hermano. Mi abuelo come todos los días con nosotros y yo misma soy asmática. Me agobiaría muchísimo llevar el covid a mi familia», confiesa la estudiante.

Respecto a los jóvenes que se prodigan en botellones y fiestas sin mascarilla, Rosana considera que su actitud «no es ni medio normal, porque si extremamos el cuidado en la universidad, se cierran las discotecas y se cierran los bares, será por algo. No tiene sentido arriesgarse de ese modo». «Ellos piensan que no les va a tocar, pero en la segunda ola hay más casos de jóvenes, y algunos acaban en la UCI», recuerda.