Domingo Gutiérrez Romero y María López Gómez eran ferroviarios procedentes de Garrovillas. Vivían en la primera casilla de la estación de Renfe, a continuación de la antigua fábrica de corcho de Cabezarrubia. La casilla estaba a algo más de 600 metros de la estación de ferrocarril que había en Los Fratres en los años en los que en la ciudad se popularizó la siguiente coplilla: "Cáceres ya no es Cáceres, que es un segundo Madrid, porque tiene plaza toros, la Gran Vía y estación de ferrocarril" .

Eran los años en los que Leoncia vendía el EXTREMADURA por la calle, aunque vendedores ambulantes de prensa hubo varios, entre ellos Emilio, que como no sabía leer siempre pedía ayuda para que le leyeran los titulares de la portada y poder anunciar así el periódico. Pero claro, las bromas que le gastaban al pobre Emilio eran tan de aúpa que él también fue protagonista de otra coplilla: "Ya viene el día, ya viene Emilio, por la calle Pintores, haciendo el indio" .

Domingo trabajaba en el almacén de Vías y Obras de Renfe y María era guardabarreras del paso a nivel de las Minas. Tenían una hija, Aquilina. Aquilina se casó con Sebastián Iglesias Romo, que era conocido en todo Cáceres porque fue repartidor de la cerveza El Gavilán .

Sebastián era hijo de Francisco Iglesias Lancho y Justa Romo. El matrimonio, procedente de Alcuéscar, crió a 8 hijos y tenía una fábrica de gaseosas en el bajo derecha del número 1 de la calle García Holguín.

En la fábrica familiar, donde también hacían polos, era todo manual y allí trabajaban los hermanos, las hermanas... todos tenían su papel. Sebastián llenaba los sifones y las gaseosas. Las primeras botellas de gaseosa eran pequeñas, de cristal transparente, tapón de chapa y marca propia: Viuda de Lancho . Luego se hicieron botellas de gaseosa de las grandes, que ya tenían el tapón de alambre y que patentaron una nueva marca: La Campuza , ilustrada con el dibujo de una montehermoseña.

Isaac, el hermano de Sebastián, que trabajaba en Correos y Telégrafos, se encargaba de hacer las proporciones, las mezclas para ejecutar con maestría las esencias, ese evanescente reino de naranja y de limón que conquistó a los cacereños. Años después, Isaac impulsó una nueva fórmula: la Limosina , una gaseosa de limón muy parecida a la Schweppes , que tenía un sabor muy intenso, aunque se explotó muy poco.

Sebastián se encargaba de los repartos. Primero con un carro y un mulo hacía la ruta por La Bombilla, El Luciano y otros bares de la época, luego pudo comprarse una camioneta, marca Ford, con caja de madera, a la que la familia llamaba La Campanera. Era una camioneta de segunda mano, que había que arrancar con una manivela.

Sebastián y Aquilina se casaron en San Juan el 9 de octubre de 1949, el mismo año que se inauguró el Stadium de la Ciudad Deportiva y la Feria de San Miguel. La pareja tuvo dos hijos, María y Francisco, más conocido como Quini . Cuando se casaron alquilaron una habitación en el Espíritu Santo, donde nació Quini, luego se trasladaron a la calle Nueva, donde nació María. Y de ahí a la calle Postigo, donde también tenían alquilada una habitación. Era un edificio de varias plantas, con cocina y retrete comunitarios, hasta que pudieron comprarse una casita de las que hizo el obispo Llopis Ivorra en el 22 de la calle Cuba, con cocina, baño, patio y tres habitaciones.

La hija de Sebastián, María, estudió en una escuela de la calle Ecuador y luego en la de la Montaña con doña Consuelo. Se casó con Rafael Pulido, que su padre trabajaba en el matadero en San Blas. Ahora vive en Pamplona, tiene tres hijos.

El hijo de Sebastián, Quini, estudió primero en Llopis y a los 8 años en los Salesianos donde le dió clase don Matías, que siempre llevaba consigo un manojo de llaves con el que arreaba a los alumnos. Quini se fue luego a la escuela sindical de Virgen de Guadalupe y de ahí ingresó en la policía armada, el actual Cuerpo Nacional de Policía. Se casó con Laura Mendoza, hija de Bibiano Mendoza, los de la perfumería. Tiene dos hijos.

Cuando la fábrica de gaseosas se vino abajo, Sebastián empezó a trabajar en Cervezas El Gavilán , un almacén que dependía de la fábrica de Mérida y que aquí en Cáceres estaba en la calle Diana, por la plaza de Italia. Sebastián trabajaba de repartidor con una DKW que tenía un motor de dos tiempos y dos cilindros. Luego tuvo un EBRO de color verde. Repartía al Astoria, al Coliseum, a los bares de Margallo, de San Juan y, cómo no, al bar Borrego, que estaba en el Camino Llano Alto y que se hizo famoso porque daba comidas a los soldados del CIR.

El bigote

Sebastián, un hombre afable fallecido hace aproximadamente 17 años, hizo la mili en los Pirineos, le gustaba el baloncesto (fue jugador en varios equipos locales) y la pesca. Era muy conocido en Cáceres, de mediana estatura, delgado, con su bigote característico de puntas muy levantadas hacia arriba.

Uno de los jefes de Sebastián era Nandi, que fue jugador del Cacereño. Nandi tiraba el balón curvado y con efecto y desde el córner marcó goles inolvidables. Nandi era el jefe de aquel depósito que tenía un corralón para las cajas vacías, una nave para las llenas y en lo alto, la oficina. Entre los compañeros de Sebastián estaban Eugenio, que llevaba el camión que salía por los pueblos; Gregorio Talavera, Gori, que era repartidor en la ciudad; y El Niño , que era administrativo y que apodaban así porque tenía cara de crío.

El Gavilán era en realidad una marca blanca de la cerveza El Aguila , pero sus propietarios la mantuvieron en la ciudad durante años para hacer la competencia a otras casas como Mahou o San Miguel . Tras su paso por la plaza de Italia, la fábrica se trasladó a la carretera de Mérida, donde finalmente cerró.

Muchos años después, Cáceres todavía mira con nostalgia a aquella fábrica de gaseosas llena de esencias de naranja y de limón y a aquel depósito donde trabajaba con su DKW Sebastián, el de la cerveza El Gavilán .