El santoral está tan repleto que los santos se han visto obligados a hacer milagros para no ser olvidados por sus devotos y han debido especializarse. San Antonio se ha convertido en un eficaz investigador, aunque mi abuela le llamaba "buscaor". En la preciosa ermita de la Virgen del Ara, patrona de Fuente del Arco, hay una imagen del santo que porta un niño en sus brazos. Como es tradición mundial, las jovencitas solicitaban al de Pádua ayuda para encontrar novio. Quizás el santo no fuera muy diligente o los jóvenes reacios a los compromisos, pues, según la sapiente y agraciada guía, se vieron obligadas a utilizar métodos drásticos: secuestrar al niño y pedirle recompensa para devolvérselo. "O me concedes un novio o te quedas sin niño". Como es lógico en los secuestros, nadie podía ver al chiquillo durante su duración. Es de suponer que el niño pasaría más tiempo en las casas de las vecinas que en la ermita. En una ocasión el secuestro duró catorce años lo que indica que la muchacha debía ser muy fea pues con lo que es él para estas cosas no encontró ningún panoli dispuesto a pasar por el altar. No sabemos si al cabo de ese tiempo el santo convenció a algún incauto y la chica subió al altar por fin o bien renunció a sus propósitos y optó por resignarse al celibato. El caso obligó a la cofradía a clavar al niño a los brazos del santo. Desde entonces no hay secuestros pues sería necesario llevarse al santo y a la criatura y eso supone alimentar dos bocas. Demasiada carga en tiempos de crisis.