Pedro Cruz Reyero, de Malpartida de Plasencia, murió el 10 de noviembre del 2005 a los 73 años en el hospital Infanta Cristina de Badajoz de una septicemia, una infección grave en todo el cuerpo que lleva al envenenamiento de la sangre. Falleció a los tres días de llegar a este centro, al que fue derivado desde el hospital Virgen del Puerto de Plasencia para que se le sustituyera un stern de la vesícula, pero llegó demasiado tarde porque quizás "se esperó mucho para trasladarle" y que se le practicara esa intervención.

Eso es lo que se traduce del pago de la indemnización de 112.716 euros que hace cuatro días realizó la compañía de seguros Zurich, aseguradora del Servicio Extremeño de Salud (SES), a la viuda y los cinco hijos de Cruz Reyero por su muerte. La indemnización es la respuesta a la reclamación al SES que presentó la familia. Este diario trató ayer que el SES ofreciera su versión del caso sin conseguirlo.

"Estamos contentos porque es una forma de reconocimiento, aunque no es dinero lo que nosotros queríamos. Nos duele que no hayamos podido llevar a juicio a los médicos por lo que le hicieron a mi padre", manifestó ayer a este diario una de las hijas del fallecido, Concepción Cruz.

RECLAMACION La viuda y los hijos denunciaron a los médicos que habían atendido al fallecido en el Virgen del Puerto por presunta negligencia, pero el juez archivó el caso al considerar que no había responsabilidad penal.

Posteriormente, se presentó la reclamación administrativa contestada con el pago de la indemnización por la aseguradora, que hace constar que realiza el abono "sin prejuzgar posibles responsabilidades", o lo que es lo mismo, "sin que esto signifique que se declaren responsables" de la muerte, indica el abogado de la familia, Ignacio Pérez Mena.

Pérez Cruz, que había sido conductor de autobús de la línea Plasencia-Malpartida, ya jubilado, tuvo que ser operado en abril del 2005 de la vesícula en Plasencia. "Nunca se recuperó del todo y tuvo que volver varias veces por molestias relacionadas con esta operación", aseguró la hija.

La última fue a primeros de noviembre y se determinó que había que cambiarle un stern en Badajoz. Mientras esperaba el traslado, empezó a empeorar. "Se lo decíamos a los médicos, que estaba muy mal". Tardó una semana en ir al hospital pacense. Nada más llegar, de urgencia, le sustituyeron el stern "o se moría". Pero murió de todas formas tres días después.