TVtarios amigos míos están muy tristes porque si el Dios del padre Astete o Ripalda era infinitamente misericordioso, el Dios de nuestro tiempo, el mercado, es infinitamente sensible. Vamos, que siente física y moralmente. Y siente mucho al parecer. Esa manera de ser ya se sabe que causa pena o dolor en quienes lo padecen y en quienes los conocen tal cual son. Pobrecito mercado, qué mal lo pasa. Puesto que tiene muy buen corazón, con toda seguridad se entristecerá cuando se entere de que a mi amigo Vale le han rebajado el sueldo, las lágrimas inundarán sus ojos al saber que a Fernando le han despedido del trabajo y el ánimo se le encogerá al comprobar que a don Andrés le han congelado la pensión. Como es tan sensible, se deja llevar fácilmente de los sentimientos y a veces peca de sensiblero por lo que decide actuar para poner remedio a la situación. ¿Qué debo hacer para llevar la felicidad a la vida de estas y todas las personas? Pues muy fácil. Es necesario enviar funcionarios al paro, hacer ERES, reducir las pensiones, recortar gastos sociales y llevar a cabo las tretas posibles para que el dinero que la pobre gente ha ganado con su sudor vaya al lugar que le corresponde, los bancos. Porque nosotros, ignorantes de la economía, no lo sabemos pero la realidad es que de esta manera viviremos mejor. Me parece que somos unos zotes porque sensible significa también lo que es perceptible, manifiesto y patente al entendimiento y por lo que colijo muy poca gente percibe, tiene patente o comprende lo que está pasando. Menos aún lo aprueba y eso debe tener acongojado al bienintencionado mercado.