"Nos sentimos indefensos a la hora de reclamar porque nadie nos hace caso". Gema y Miguel Angel viven en una bonita casa de la calle Pozo de la Esmeralda, en La Cañada. Tienen un bebé de pocos meses y hablan pausadamente para evitar que se despierte, todo un arte cuando se trata de niños pequeños y que ellos deben emplear a fondo durante el fin de semana. "Tenemos que dormir con las ventanas cerradas. No sólo molesta la música, también los focos, que están todo el tiempo dando vueltas".

A María José le ocurre lo mismo. "He oído que quieren buscar alternativas al ocio. ¿Piensan que esto es una alternativa?", se pregunta. Y añade: "Hemos pasado a ser ciudadanos de tercera. Lo que no quieren en otras barriadas nos lo mandan a la nuestra". Otra vecina advierte resignada: "Y están destrozando la sede vecinal. La otra tarde pasamos mi marido y yo, y encima nos plantaron cara".