«Cuanto más te sacrifiques y a cuantas más cosas renuncies te ayudará a estar menos años estudiando». Fue uno de los miles de consejos que le dio a Javier González (Cáceres, 1995) su padre. Lo siguió a rajatabla y ha necesitado solo año y nueve meses en sacar la oposición de judicatura, que aprobó el pasado mes de junio. Ese tiempo ha sido suficiente para que este cacereño pudiera estudiarse los 325 temas y pasar tres ejercicios test y dos orales ante examinadores del Tribunal Supremo. Solo han logrado una plaza 296 de los 5.000 que se presentaron al primer examen. Entre ellos él, que a sus 23 años se ha convertido en el fiscal más joven de la región, y probablemente en uno de los más pequeños del país (los opositores suelen necesitar de media cuatro años para pasarla). Los que pasan esta oposición pueden elegir entre ser juez o fiscal. González ha preferido pasar a formar parte del Ministerio Público.

Siempre ha tenido fe ciega en su padre, el magistrado juez de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cáceres, Antonio González Floriano, precisamente porque tiene a sus espaldas 33 años de carrera judicial. Por eso le escogió a él como preparador. Comenzó a estudiar mientras terminaba Derecho en la Universidad de Extremadura, se lo tomó como una asignatura más. Aunque lo complicado llegó después. Durante este año y medio solo ha descansado los sábados, el resto del tiempo lo dedicaba a estudiar, incluidas las navidades, la Semana Santa y el verano, cuando todos sus amigos y chavales de su edad estaban de vacaciones: «Mi padre siempre me decía que las oposiciones se aprueban en Navidad y en verano», para que sintiera que el esfuerzo iba a merecer la pena.

Reconoce que al principio le resultó difícil adaptarse a dejar de lado la relación paterno filial con su padre: Ahora era su profesor. Pero al final formaron «el equipo perfecto»: «Mi padre es un grandísimo profesional, es un magistrado de bandera. No iba a permitir ponerme en otras manos que no fueran las suyas», añade. En cambio, aunque vivió el Derecho desde niño, no tuvo vocación hasta que no empezó la carrera. No tenía claro qué quería ser, de hecho estudió Bachillerato de Ciencias en el San Antonio, a pesar de que no se le daban bien.

La plaza es de todos

Cuando uno oposita, lo hace toda la familia, por eso parte de esta plaza se la debe también a su madre y a su hermano, que se han adaptado a sus necesidades: «En casa no se podía poner la tele a ciertas horas, no podíamos recibir visitas o les pedía que no pasaran la aspiradora. Me desconcentraban mucho», asiente.

Y se muestra orgulloso de haber estudiado en la Uex. «Es una gran casa con grandes profesionales, el hecho de que no disponga de los medios materiales de otras universidades no resta a sus alumnos calidad», asegura. Por eso anima a los extremeños a quedarse aquí y a «poner en su curriculum con orgullo» que han estudiado en la Uex. Al fin y al cabo para él esta universidad ha sentado las bases para lograr el éxito.

Tras aprobar la oposición comenzará su periodo de prácticas en el centro de estudios jurídicos de Madrid, a partir de septiembre. Y realizará las prácticas tuteladas en la Fiscalía Provincial de Cáceres. Después le concederán destino. Reconocerse como autoridad pública le genera «mucho respeto» pero piensa en el futuro que le espera y se le olvida.