Un vehículo mal aparcado. Ese fue el desencadenante de un juicio celebrado ayer y en el que se sentaron en el banquillo de los acusados el conductor, J. O. G. P., al que el Ministerio Fiscal acusa de un delito de atentado a la autoridad y una falta de lesiones, por los que pide, respectivamente, una pena de 2 años de prisión y una multa de 730 euros; y los cuatro agentes de la policía local que le detuvieron, L. G., L. G., J. L. F. y J. S. A estos no les acusa el Ministerio Fiscal, pero sí el detenido, al que su abogado imputa un delito de detención ilegal y daños a la integridad moral, por los que pide, entre otras penas, la inhabilitación total para el ejercicio de su profesión durante 10 años.

En el juicio los cuatro agentes aseguraron que su actuación "fue correcta", la habitual en estos casos. Y todos mantuvieron, como llegó a hacer constar J. L. F., que si J. O. G. P. "no se hubiese negado a identificarse y a entregar los papeles y la llave del coche, hoy no estaríamos aquí".

EN GIL CORDERO Todo sucedió sobre las 02.30 horas del 21 de marzo del 2007 en la calle Gil Cordero, donde dos agentes que se encontraban de patrulla multaron un coche que estaba mal aparcado. "Cuando volvimos a pasar observamos que dos jóvenes se acercaban al vehículo y paramos para pedirles la documentación y formalizar la denuncia". El problema fue, según declararon, que el joven se negó a identificarse y no quiso facilitarles los papeles, motivo por el que dieron aviso a la grúa.

Fue este aviso a la grúa, que escucharon por la emisora otros dos agentes que estaban de patrulla cerca, lo que llevó a estos a acudir al lugar. "Acudimos para apoyar a los compañeros, pues era de madrugada y se encontraban a la salida de un club y podía haber problemas, y la actitud del conductor siguió siendo la misma, insistiendo una y otra vez, ya dentro del coche y con la llave en el contacto, que ni nos daba nada ni se identificaba".

En un momento dado sacó la llave del contacto y se la clavo en la mano al agente que en ese momento se la pedía, "y fue entonces cuando actuamos sacándole del coche". Ya fuera de él "se encontraba muy alterado, agitando los brazos y las piernas para evitar que lo detuviéramos", y fue cuando, según los agentes, dio una fuerte patada en la pierna a uno de ellos.

Tras detenerle le trasladaron a Comisaría, "y tanto en el coche como ya en Comisaría no dejó de insultarnos y de amenazarnos diciéndonos que su padre era Policía Nacional en Córdoba y que se nos iba a caer el pelo".

J. O. P., por su parte, acusó a los agentes de actuar en todo momento "de malas maneras".

Señaló que en ningún momento le pidieron los papeles del coche, "solo me pidieron el carnet de conducir, y yo les dije que lo había perdido y no se lo podía dar". Sí reconoció que se negó a darles las llaves del coche, "pero les dije que las llaves no se las daba porque tenía dentro de la furgoneta material informático muy caro, que se la llevara la grúa si querían, pero que las llaves no se las daba".

En cuanto a las presuntas agresiones, negó haberse resistido ni golpeado a nadie. "No forcejeé con nadie, fueron ellos los que abusaron de la fuerza, me tiraron al suelo y me pusieron las esposas".