Si Cáceres, una ciudad con 92.000 habitantes, no tuviese 10.000 parados y una población activa compuesta en su mayoría por funcionarios. Si fuese una ciudad que dispusiese de óptimos medios de comunicación y un lugar atractivo para que las empresas tuviesen interés en instalarse en ella. Si los cacereños fuésemos más emprendedores, y no estuviésemos siempre esperando a que otros invirtieran en nuestra ciudad. Si entre todos hubiésemos convertido nuestra ciudad Medieval en un atrayente reclamo turístico, que fuese visitada por muchos miles de personas al año. Sin duda, yo estaría en contra totalmente de la mina de litio. Sin embargo dudo porque en realidad no sé qué beneficios puede traer a la ciudad.

Se está especulando mucho sobre esta mina, y por ello necesito un informe exhaustivo, con garantías de que lo que contiene es veraz porque haya sido redactado por técnicos expertos en el tema que no tengan un interés especial en que la mina se abra o se cierre. Hasta ahora nos ha llegado información de personas que no desean que la mina prospere. Exponen que una parte de la Montaña desaparecerá para dejar en su lugar un enorme hoyo lleno de escombros. Que el agua de Cáceres se contaminará. Que la ciudad se llenará de polvo. Que se crearán un número insignificantes de puestos de trabajo. Y puede que tengan razón.

Pero la empresa interesada no ha dado apenas información sobre el proyecto. No sabemos qué impuestos económicos reales pagará al Ayuntamiento; cuántos puestos directos e indirectos se crearán; qué medios utilizará para que la población no sufra daños contaminantes; si estará garantizada su responsabilidad social para que cuando acabe la extracción de litio todo quede en buen estado.

Los que se oponen rotundamente a la mina dicen que la empresa dejará un enorme cráter insalubre. Un daño irreparable para la ciudad. La empresa en esto sí se ha pronunciado y dice que dejará un lago artificial. Si esto último fuera cierto, podría ocurrir como en As Pontes, una población de La Coruña que posee un bello lago artificial considerado el más grande de Europa, cuyas aguas anegan una mina de lignito cerrada en 2007.

Cáceres desfallece económicamente y no podemos permitirnos exigir una industria a nuestro antojo. Tampoco debemos aceptar un proyecto industrial que agrave más nuestra situación. Hay que sopesar bien qué nos conviene. Y para ello necesitamos información fidedigna, que garantice que la ciudad obtendrá mayores beneficios que perjuicios. Hasta entonces, me reservo el derecho a la duda.