"Ahora que nuestras hijas se han venido a vivir cerca de nosotros quieren que nos vayamos de aquí, que es donde lo tenemos todo", repiten una y otra vez Francisca López y Secundino Moreno, un matrimonio de 60 y 62 años, respectivamente, que reside en la calle San Roque desde hace veinte años. "Si nos vamos de aquí, perdemos media vida", lamentan.

Como el resto de vecinos de la zona, esta pareja se niega a que su casa sea derribada. "La heredé de mis padres, que la hicieron con mucho esfuerzo", cuenta Francisca, quien se pregunta a dónde tendrán que ir a vivir si finalmente se demuele. "Sabe Dios dónde nos mandarán, dicen que a Las Minas, pero nosotros nos queremos quedar aquí".

Secundino afirma que los vecinos están unidos como una piña y dispuestos a luchar para conservar sus viviendas, que están "todas en buenas condiciones". Como su vecino Lorenzo Campos, considera que si algo que tiene que derribarse es el vivero municipal y otras casas de esa zona, "que eso si que está feo", comenta.

Francisca y Secundino han pasado su vida junto a la Ribera del Marco, donde también quieren pasar su vejez. ¿Esperanzas? Se muestran prudentes, pero confían en que las alegaciones que han presentado al Plan General Municipal properen y su vivienda no se reduzca a escombros que den paso a un parque, para el que --creen-- se puede buscar otra ubicación que no les perjudique.