El botellón cumple siete años en el ferial y pierde fuerza. Salvo las macrofiestas puntuales, el número de asistentes ha ido decayendo, los grupos se dispersan, nada que ver con aquellos encuentros multitudinarios de los años 90 en la plaza Mayor (llegaron a generar incluso un turismo de botellón ), prohibidos desde el 2003 por la Ley de Ocio de Extremadura. Sin embargo, el fenómeno como tal sigue existiendo, simplemente se transforma. Las incomodidades del ferial han potenciado encuentros más reducidos en las casas y en otros espacios. Es el paso del botellón al botellín , un curioso estudio recogido en el libro de la antropóloga Esther Masa Muriel, que analiza la noche cacereña y radiografía a sus protagonistas.

Autora de otra investigación igualmente atractiva, El graffiti como exponente de la cultura urbana en Cáceres , Esther Masa aborda el cambio de ubicación del botellón y sus consecuencias, desentraña los mecanismos de este ritual y lo explica como un fenómeno más de la "sociedad-espiral consumista", sin entrar a valorar las conductas. El libro, publicado por la editorial becedario con patrocinio del Instituto de la Juventud del ayuntamiento, bajo el título Del botellón... al botellín , incluye entrevistas con expertos de la Universidad de Extremadura y un sondeo muy detallado en todas las facultades cacereñas. De hecho, se centra en los universitarios porque ellos dieron origen a esta práctica en los 80.

Un 72% de los encuestados participan en los botellones y el 28% lo niega. Entre los primeros, un 49% acude de vez en cuando, un 41% semanalmente y un 9% muy rara vez. Los que asisten cada semana suelen hacerlo un solo día (75%), aunque algunos organizan dos (22%). En cuanto al lugar preferido, la combinación entre el ferial y los pisos privados (empezar en un lado y acabar en otro) es la predominante (60%). Le sigue el ferial (24%) y las casas (16%). La antropóloga recuerda que el 50% de los encuestados viven en un inmueble de alquiler compartido con otros estudiantes, el 39% en un piso familiar y el 11% en residencias.

Respecto al número de copas, la mayoría de los chicos reconocen que consumen más de seis (47%) y muchos entre cinco y seis (30%), o entre tres y cuatro (23%). Las chicas tampoco se quedan atrás: la mayoría toma entre tres y cuatro (40%), son numerosas las que beben entre cinco y seis (29%), descienden las que consumen más de 6 (13%) y algunas se quedan entre una y dos (9%) o ninguna (7%).

En cuanto a las bebidas preferidas, los chicos eligen los cubatas (89%), muy por encima de las cervezas y otras opciones (5%), pero ninguno dice tomar refrescos/zumos. Las chicas se decantan en el mismo porcentaje por el cubata (89), y algunas por refrescos/zumos (7%) y cervezas (4%). En cuanto a las bebidas alcohólicas, ellos se inclinan por el ron (53%) y el whisky (34%), y ellas todavía más por el ron (65%) frente al whisky (23%).

El jueves se ha consolidado como el día estrella del botellón , escogido por el 78% de los universitarios. A gran distancia le sigue el sábado (14%) y el viernes (6%). "Esto corrobora las tendencias del ocio juvenil nocturno de las dos últimas décadas, que rompen con el tiempo estipulado como ocio oficial ", afirma Esther Masa. El horario también se ha retrasado en el afán por hacer de la noche un espacio propio. Un 60% queda de 23.30 a 00.30 horas, un 32% de 22.30 a 23.30, y un 5% de 00.30 a 1.30 (en los pisos se empieza antes). La mayoría (71%) prolonga el botellón hasta las 3.00 o más, un 22% hasta las 2.00, y un 6% hasta la 1.00.

Son horarios que contrastan con las edades a las que comienza el botellón . Un 44% confiesa que lo practica desde los 16 años, un 22% desde los 18, un 21% desde los 14, y un 11% antes de los 14. En cuanto a lo que buscan con estas reuniones, la mayoría, un 54%, acude para conocer y estar con la gente, el 17% para escapar de la rutina y el 14% para beber u otros divertimentos. "La opción más elegida revela la necesidad de compartir con el grupo de iguales, de generar un espacio identitario, de socializarse", subraya la experta.

¿Y con quién prefieren divertirse? Un 31% hace botellón con los compañeros de clase, un 17% con los del piso o la residencia, un 36% con una mezcla de todos y un 14% con otras amistades.

LA COMPRA Y EL TRASLADO Los jóvenes suelen alegar que realizan esta práctica por ser más barata que los bares, y la antropóloga lo analiza. El 73% se gasta de 3 a 5 euros, el 22% de 6 a 8 euros, y el 5% menos de 3 euros. "Por el precio de una copa en un bar ingieren entre 3 y 4 consumiciones en el botellón , y destacan que no es garrafón" , explica Esther Masa. En este sentido, solo un 3% de universitarios afirman alternar sus estudios con un trabajo a tiempo parcial (de 20 a 40 horas semanales).

Los preparativos comienzan por la tarde con la compra de bebidas en las grandes superficies (el 85% elige esta opción y sólo un 14% las multitiendas u otros establecimientos). La manera de acudir al botellón también ha cambiado. Lejos de aquellas rutas para llegar caminando en masa, casi en ritual, hasta la plaza Mayor, ahora el 68% opta por el autobús para desplazarse al ferial (existe una línea exclusiva), el 28% prefiere el coche y un 3% el taxi. Para la vuelta existe alguna variación: autobús (62%), coche (28%), taxi (6%) y a pie (3%), ya sin la urgencia marcada por los horarios de llegada. La mayoría, un 59%, se marcha posteriormente a discotecas, un 32% a los bares y sólo el 9,5% a casa.

¿Y cuándo piensan dejarlo? Un 41% abandonará el botellón cuando forme una familia, un 25% cuando tenga más edad, un 22% no piensa hacerlo y un 11% cuando encuentre trabajo. Mientras, y aunque un 87% conoce las actividades alternativas (programa Abrimos la noche , sesiones golfas de cine...), la asistencia "podría calificarse de irrisoria en relación a la población universitaria", concluye la estudiosa.