Se trata de una cuestión que ha traído cola durante los últimos años en la ciudad. La contaminación acústica ha afectado a lo largo de las últimas dos décadas a muchos cacereños, que han recurrido a todo tipo de vías para acabar con el excesivo y molesto ruido, inadmisible en algunas franjas horarias.

Negocios hosteleros, tráfico o animales de compañía son algunas de las principales fuentes de ruido. La llegada de la época estival además acarrea inevitables conflictos, sobre todo en la franja nocturna, entre aquellos que quieren disfrutar de los espacios públicos como pueden ser terrazas o bares y quienes anhelan descanso y, además, se ven obligados a dejar abiertas las ventanas buscando reducir la temperatura del domicilio con la escasa brisa que corre en julio.

La Asociación de Cacereños Contra el Ruido, presidida por Fernando Figueroa, que lleva luchando contra el exceso de ruido que sufren algunas áreas de la ciudad desde su fundación en el año 2008, no ha querido hacer declaraciones a este periódico sobre la contaminación acústica actual en la ciudad. Sin embargo, el sentir general es que la situación dista mucho de la que se producía anteriormente.

LA MADRILA En la Madrila, por ejemplo, actualmente los locales cierran alrededor de las cuatro de la madrugada, cuando antes la fiesta continuaba hasta las nueve o las diez de la mañana aproximadamente. Asimismo, a partir de las doce de la noche queda prohibido el acceso de vehículos al barrio --salvo para los vecinos--, medida que ha reducido considerablemente la contaminación acústica en una de las zonas históricamente más afectadas de la capital cacereña.

La plaza de Albatros protagonizó una de las peores épocas en cuanto a ruido en la ciudad. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil efectuó mediciones durante el año 2009 en algunas de las viviendas más afectadas después de las numerosas quejas recibidas por parte de los vecinos.

Los resultados que arrojó el informe del Seprona evidenciaban un valor superior a los 83 decibelios en algunas terrazas de los domicilios, así como una media superior a los 50 decibelios en el interior de varios dormitorios, cuando el limite fijado se encuentra alrededor de los 30.

Por su parte, el Laboratorio de Acústica de la Universidad de Extremadura (Lambda) realizó una serie de mediciones para determinar las zonas y/o calles más ruidosas de la ciudad que ofrecieron unos "resultados extrapolables a la actualidad aunque el estudio se realizara en 2005", aclara Juan Miguel Barrigón, partícipe en dicho análisis.

Se realizaron tres tomas de medida para cada punto, durante días laborables y en diferentes franjas horarias. El resultado dejó a vías como la avenida de Alemania, la avenida de la Hispanidad, la calle Hernán Cortes o la avenida de la Universidad como algunos de los principales exponentes de la contaminación acústica en la ciudad.

No obstante, el equipo del Lambda está trabajando en la actualidad en un nuevo estudio sobre el ruido que verá la luz a finales de año. Las mediciones se han finalizado y tan solo queda tratar la información obtenida, que trasladarán a un mapa 3D de la ciudad para contemplar las zonas más perjudicadas.