Desde hace semanas Cáceres echa algo de menos. En esta normalidad, acuñada como nueva por incomparable, en la que echar de menos se ha convertido en una rutina, la capital suma a su lista una falta más. Aunque sea de forma temporal. No han sido pocos los que han advertido que en San Juan queda un hueco de la que durante más de veinte años ha custodiado la plaza. Desde que fuera instalada en 1999, la última vocera del Periódico Extremadura, Leoncia Galán, ha permanecido impertérrita al paso de los años y al interés de los vándalos que, en incontables ocasiones, han atentado contra la figura convertida en emblema para una ciudad. Si ya vivió una vida la cacereña y la escultura le ofreció otra, en estas dos décadas ha podido sumar al menos otras cinco.

El último incidente que ha añadido a su particular periplo y que la ha trasladado del centro de la capital al taller se produjo en marzo, días antes del confinamiento, cuando intentaron arrancarla de la base. Como dato anecdótico, la figura amaneció vallada esa misma semana del inicio del estado de alarma y los cacereños llegaron a pensar que se trataba de una medida preventiva ante los contagios para evitar que la gente se acercara. Hasta el momento era habitual que tanto vecinos como foráneos a su paso besaran o abrazaran la escultura, con diferencia, más fotografiada. Así, en septiembre, los operarios desmontaron la estatua y desde entonces permanece en la nave de Rectimeca en Aldea Moret donde se somete a una ‘cirugía’ para fijar su estructura. Las tareas para restaurarla ya se encuentran en su fase final y la previsión es que regrese a la plaza a finales de este mes con un soporte aún más resistente.

Todos los trabajos han sido supervisados por su escultor José Antonio Calderón ‘Silos’. El autor, profesor de la escuela de Bellas Artes, recorre con este rotativo las cicatrices que acumula su obra más reconocida. «Fue un encargo y nunca llegué a pensar que tendría tanta repercusión», sostiene mientras señala la zona de los tobillos, de un tono más claro que el cobre para soldarla. Hace memoria para recordar las veces que la pieza ha sufrido percances. El primero, a la semana de inaugurarse. Ni siete días se mantuvo intacta en San Juan desde que el 22 de abril de 1999, una víspera de San Jorge, un acto presidido por el entonces alcalde José María Saponi. El ejemplar que lucía la vendedora de la simbólica portada del 18 de agosto de 1998, la primera del diario en color, fue arrancado y el autor tuvo que volver a esculpirlo y soldarlo a la estructura. Meses más tarde, en noviembre, sufrió otro episodio, esta vez un grafiti con pintura blanca en la espalda.

El incidente más significativo se produjo en 2004 cuando de madrugada arrancaron la estatua haciendo palanca. Las crónicas relatan que el hecho causó «gran indignación» entre los vecinos. Un año después, a finales de 2005, sufrió un suceso similar y la corporación de ese momento incluso llegó a plantear la posibilidad de instalar una cámara de vigilancia para protegerla. En una de estas actuaciones para repararla, recuerda el autor que en las tareas para trasladar la obra, Leoncia fue decapitada y perdió el brazo derecho hubo que volver a soldarlos.

Desde entonces, Leoncia ha sumado infinidad de contratiempos provocados por el descuido de conductores o por actos vandálicos como el que sufrió en 2010 cuando le rociaron a la altura de los ojos con spray dorado o cuando en julio de este año le firmaron también un grafiti en la frente. En este tiempo, el consistorio llegó a reconocer que era necesario adecentar la figura cada semana. «Se encuentra en un punto muy vulnerable», expone el escultor.

Con los pies en la tierra

Con los pies en la tierra

Al mismo tiempo defiende que esa ubicación precisamente es la que ha multiplicado su popularidad en este tiempo. Añade que la particularidad de que esté instalada al mismo nivel de suelo, sin pedestal, al mismo nivel que los peatones, ha contribuido a que la sociedad empatice con la figura. Ninguna de estas cuestiones era aleatoria ya que en esa zona, a la altura de Pintores, Leoncia voceaba su época el diario al grito de «¡Extremadura, con las últimas noticias!» y el homenaje tenía como objetivo retratar a la que el imaginario cacereño definió como una mujer «sencilla», «humilde» y «acaparadora del cariño popular». La imagen fue un encargo de El Periódico Extremadura en 1998 dentro de los actos programados para celebrar los 75 años del rotativo, decano de la prensa extremeña, del que la cacereña «más ilustre» empezó a formar parte a principios de los 70. Sobre la protagonista, reflejan las crónicas que no tuvo una vida fácil. Nació en Valencia de Alcántara en 1905 y fue abandonada cuando era un bebé y más tarde adoptada por una familia cacereña. Compartió vivienda con los Caro, que llegaron a considerarla de la familia.«Formó parte del paisaje humano de la ciudad», recuerdan. Falleció a los 81 años, en 1986, sin imaginar que su legado sería eterno. Ahora, tras su ausencia, volverá en breve a ‘vocear’ el Extremadura.